Capítulo 2. El regreso.
El autobús avanzaba por la oscura carretera. Emma mantenía la mirada fija en la ventanilla, aunque afuera solo había oscuridad y luces intermitentes.«Ve al lugar menos probable, uno que del que jamás le hayas hablado», le había aconsejado la enfermera.Al inicio ella pensó en ir a Seattle, donde se encontraban sus padres, pero eso sería evidente. Así que tomó el camino hacia San Francisco, su ciudad natal, donde vivían y trabajaban sus mejores amigas.—¿Primera vez que viaja de noche? —preguntó la mujer de mediana edad sentada a su lado.—No, pero hace mucho que no lo hacía —respondió ella, casi en un susurro.—Pues, intente dormir. Falta un buen trecho.Emma asintió, aunque no cerró los ojos. Cada vez que lo hacía aparecía en su memoria el rostro de Marco, su voz, sus golpes…Un movimiento a su lado la sacó de sus pensamientos. La mujer le ofrecía una manta.—Se va a resfriar, niña. Tómela.—Gracias.Emma la aceptó como un gesto de consuelo. Sentía frío y malestares, tanto por lo su
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