Capítulo 51. Lucifer cede el mando
El motor del blindado ronroneaba, un mantra de metal y potencia en el silencio de la noche. El aliento agitado de Lucifer se mezclaba con el de Liana, ambos suspendidos en el vértigo del deseo y la confesión. Sus frentes todavía se tocaban, y ella sentía la intensidad febril de su piel. Él seguía sujetándola de la cadera, el agarre posesivo que ella tanto había despreciado ahora se sentía como el único ancla en el caos.
Liana se obligó a romper el contacto.
Se apartó lentamente, no por rechazo, sino por la necesidad de respirar, de recalibrar la línea que acababa de cruzar. Su corazón latía con una violencia descontrolada, y el sabor del beso de Lucifer, crudo y desesperado, aún ardía en sus labios.
—Mía —murmuró Liana, recogiendo el eco de su última palabra. Luego, se permitió una media sonrisa, fría y peligrosa—. Es una palabra poderosa, Consorte. Pero ha perdido su valor en mi boca. Yo no soy una propiedad. Soy una persona. Y ahora, soy la Reina.
Se enderezó en el asiento, ajus