Y por fin, un día sucedió. Ahora Valeria era Beaumont. Ese día que recibió la noticia, estaba muy contenta. Sus padres le extendieron los documentos: todo estaba listo, oficialmente llevaba el apellido. Lo había recuperado. Se abrazaron con emoción.
—Esto merece una celebración—comentó la madre, visiblemente emocionada.
Valeria sonrió, estando completamente de acuerdo. Se apresuró a arreglarse para la salida que tenían pendiente.
Mientras tanto, por otro lado, Alexander estaba en su lujoso piso, con la laptop abierta. Estaba tecleando sin parar, mientras también aprovechaba para enviar un correo a Leo preguntando cómo iba todo. Leo estaba recibiendo información, bastante contento por cómo avanzaban sus asuntos.
Alexander, viendo que ya había pasado más de una semana, decidió ese día, después de haber cerrado la laptop y terminado sus pendientes, llamar a Valeria.
Así fue como lo hizo. La llamó justo cuando ella estaba en medio de una comida con sus padres para celebrar la recuperación