NOAH THORNE
—¡La cama es mía! —exclamó Vanessa en cuanto abrí la habitación en la que nos quedaríamos un par de noches. Corrió y se lanzó, tratando de abarcar todo el ancho del colchón con sus brazos.
Torcí los ojos mientras arrastraba las maletas al interior. Ya era noche y no quería discutir, pero tampoco ceder.
—La cama la vamos a compartir. ¡Estás loca si piensas que voy a quedarme en el sofá! —reclamé molesto dejando las maletas a un lado y plantándome frente a la cama, viendo su inmadurez en toda su expresión.
—Pues yo tampoco quiero el sofá —refunfuñó con el ceño fruncido—. Sigo sin entender, esto lo hubiéramos podido evitar si nos quedábamos en tu casa. ¿Qué necesidad de reservar la habitación si allá teníamos cada uno la nuestra?
Y justamente ese era el motivo. Quería compartir la cama con ella, quería invadir su privacidad durante la noche como un maldito degenerado, quería olfatear su cabello y abrazar su cintura. Quería apoyar mi mejilla en su pecho, no solo para comprob