TANYA RHODES
—¡No! ¡¿A dónde se lo llevan?! —exclamó mi madre mientras los policías sacaban a mi padrastro de la casa. Todos los vecinos estaban asomados y sacaban fotos y video de lo que estaba ocurriendo.
Entonces Vane me acercó su paquete de galletas. Estaba atenta a todo lo que ocurría como si estuviera ante una obra de teatro. Era alguien que le gustaba presenciar el caos desde el mejor asiento y con golosinas a la mano.
—¡Es inocente! —gritó mi madre, histérica—. ¡Quién miente es Tanya!
Cerré los ojos como si sus palabras fueran golpes directos en la cara. Pese a todo el daño, pese a todo el dolor, pese al rechazo y machismo de Fabián, yo seguía siendo la mala.
—Señora, este hombre acechó a su hija durante años. La hubiera violado, de hecho, tenía intenciones de hacerlo, y usted… ¿lo defiende? —preguntó Paulina con firmeza y los ojos entornados, viéndola con desprecio—. Es una burla como madre.
—¡Pum! ¡Golpe bajo! —exclamó Vane soltando una risita divertida.
—¡No puede juz