TANYA RHODES
—Conozco a las chicas como tú, son oportunistas, no dejaré que les sigas sacando dinero a ninguno de los dos —sentenció Fany con firmeza y la frente en alto.
—En serio, yo solo quería té —contesté negando con la cabeza mientras tomaba el agua caliente con cuidado. Nunca me imaginé que esa mujer estaba suficientemente loca para tomarme de la mano y forcejear—. ¡Oye! ¡Cálmate nos vas a quemar!
Aun así parecía insistente en arrebatarme el agua caliente. Entonces lo supe. No quería echarme el agua encima, quería echársela encima, quería montar un acto de crueldad que me incriminara.
La empujé en cuanto escuché la silla arrastrándose afuera en el comedor y los pasos acercándose. Dejé caer el agua al piso, haciendo un escándalo antes de acomodarme en el piso con cuidado y fingir que había caído. Cuando la puerta se abrió, Noah y Silvia se asomaron con sorpresa.
—¿Qué haces? —preguntó Fany mientras yo comenzaba a llorar y me cubría la boca.
—¡No quise molestarte! —exclamé ent