TANYA RHODES
Cuando por fin mi cuerpo se detuvo escuché el murmullo de las personas a mi alrededor, pero a la única que pude ver fue a Vane, acercándose con su vaso de café y un panqué para mí, siempre me llevaba algo, aunque no se lo pidiera.
En cuanto nuestras miradas se encontraron, ella soltó todo y corrió hacia mí con el rostro pálido.
—¡Tanya! —exclamó con voz desgarrada y se hincó a mi lado. Entonces ambas bajamos la mirada hacia mis pantalones blancos, estaban llenos de sangre.
Abrí la boca queriendo gritar, pero lo único que salieron fueron lágrimas antes de que un cólico atenazara mi vientre. Lo presioné con ambas manos mientras ahogaba un grito de dolor que casi me desmaya.
—¡Llamen a una ambulancia! —gritó Vane horrorizada mientras estaba sobre mí de manera protectora.
El dolor era tan profundo que ni siquiera podía levantar la cabeza. El aire me faltaba, mi vientre estaba en llamas, ardía y se contraía mientras yo lloraba con la mejilla pegada al piso.
—¡Tranquila! ¡