Tiempo actual
—No puede pasar. —me dice uno de los guardias, con voz seca, cruzando sus brazos como un muro humano.
—Quiero ver a Nikolaus Hoffman. —respondo con el corazón latiéndome en el pecho, mirándolos desafiante—. Debo asegurarme de que se encuentra bien.
—¿Tiene cita? —pregunta el otro, con indiferencia, como si yo fuese una molestia más en su rutina.
Niego lentamente, sin apartarles la mirada.
—Entonces no podrá ingresar. Vuelva cuando tenga cita. —sentencia el primero, casi divertido por mi insistencia.
—No me está comprendiendo. —respondo, con la voz temblándome de furia contenida—. Quiero ver a Nikolaus Hoffman ahora. He intentado llamarlo y no contesta.
Ambos se miran entre sí y sonríen con burla. Y de pronto, me doy cuenta de lo ridícula que debo parecerles. Con mi jeans sencillo y un top básico, me planto frente a las puertas de cristal que resguardan el mundo de mi futuro esposo: un universo de trajes impecables, perfumes costosos y mujeres que parecen salidas de una p