—¿Por qué debería? —respondo seriamente a su pregunta.
—Quizás porque tu plan no funcionó. —dice—. Quizás porque querías quedarte con todo lo que les pertenece, pero ahora no tendrán nada.
—Hablas desde el resentimiento, Katherina, déjalo ir. —increpo alborotando su atención.
—¿Resentimiento? ¿Sabes tú lo que es resentimiento? —pregunta sonriendo como maniaca—. Crecí toda mi vida para casarme con uno de los dos hermanos Hoffman, para que nuestras fortunas se multiplicasen. Supe desde entonces que mi futuro estaba al lado de Nikolaus.
—¿Por qué?
—Porque Kuno, a pesar de que todo lo hace perfectamente, no es la clase de hombre con la quisieras formar una familia, en cambio Nikolaus sí. —responde—. Pero tenías que llegar, ¿Verdad? Llegar a joderlo todo, a meterle un maldito bastardo por los ojos y engatusarlo como las mujeres de tu calaña.
—No sabes quién soy Katherina, mi hijo no es un bastardo y no tuve necesidad de engatusar a nadie porque no soy tú. —digo de pronto—. Nikolaus me amó y