Golpe tras golpe.
Aitana estaba en su consultorio en su hora de descanso, sentada en su cómodo sillón. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, pero en vez de tomar la pequeña siesta que planeaba, lo que su subconsciente hizo fue sumergirla en un mar oscuro de pensamientos.
Comenzó a planear qué haría en unos cuantos días, pues apenas faltaban días para ponerle fin a su matrimonio con Jax.
Al fin se desharía de ese hombre que la hizo plantarle un beso a un maniquí solo para humillarla y pisotear su orgullo y dignidad, ese que la dejó viviendo sola en una casita pequeña creyendo que de ese modo ella sería infeliz, pero la realidad era que se sentía muy a gusto.
A pesar de que lograba que sintiera la ausencia de su pequeña, ya que, por miedo a que él descubriera más de Anny, se había limitado en ir a verla.
Aitana respiró hondo, intentando calmar la presión en su pecho, pero el sonido de su teléfono la hizo abrir los ojos. Al ver el nombre del contacto en la pantalla —“investigador”—, un destello de