Engañada por el despreciable.

Jax la observó con detenimiento, de arriba abajo, sin prisa, como si quisiera memorizar cada curva. Se relamió los labios con una lentitud provocadora.

Bajo la atenta mirada de Aitana, se quitó la camisa; luego el pantalón, y por último el bóxer, dejando al descubierto su hombría en toda su plenitud.

Los ojos de Aitana recorrieron aquel cuerpo bien tonificado frente a ella.

Suspiraba nerviosa, torturándose a sí misma por no apartar la mirada.

Quiso pedirle que fuera tierno, que no fuera tan brusco como la primera vez, pero las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta.

Jax sintió su mirada fija sobre él.

—Te intimida… pero has dicho que tienes una hija conmigo —preguntó, alzando una ceja.

Aitana abrió la boca para responderle, para explicarle cómo había quedado preñada, pero él la interrumpió.

—Quieres tocarlo —propuso Jax, sin darle espacio a defenderse.

—No —respondió ella, justo cuando él empezó a acercarse con pasos ligeros, sigiloso, como un depredador seguro de su pre
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