Desesperación en emergencias.

A pesar de que Marisa le explicó, casi sin aliento, que Isaura había sido quien dio la orden directa para impedir que Anny fuera atendida, Aitana no escuchó nada más.

El mundo se redujo al cuerpo pequeño que llevaba en brazos.

Apretó a la niña contra su pecho y corrió hacia el área de emergencias, empujando puertas, chocando con cuerpos, ignorando miradas curiosas. El sudor frío de Anny se le pegaba a la piel.

—¡Doctor! —exigió, casi gritando—. Mi niña necesita atención inmediata.

El médico se acercó, examinó a Anny por encima y su expresión cambió. Había preocupación… pero también miedo. Bajó la voz.

—Lo siento, doctora Fonseca. Tenemos una orden expresa. Esta paciente no puede ser atendida aquí.

Aitana levantó la mirada lentamente y, por dentro, se reprochó haber dejado al descubierto cuánto amaba a Anny, aun sabiendo que Isaura no dudaría en usar ese sentimiento como un arma en su contra… tal como lo estaba haciendo en ese preciso momento.

—¿Qué clase de orden es esa? —estalló—. ¿D
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