Ava vio a su prometido poner un anillo en el dedo de otra mujer. Resulta que un hombre puede renunciar a una relación de años y casarse con una dama famosa en aras de la fama y la fortuna. Huyó desesperada, pero un hombre en la puerta tenía un trato: dinero, pero ella no lo quiere; una casa, pero ella tampoco la quiere; lo único que quiere es venganza, y no le gusta sentirse traicionada. Tengo algo mejor —¿Quieres que lo pierda todo? Entonces... ¡Cásate conmigo!. En la boda de su ex prometido, se vistió elegante y entró a la iglesia. Alejandro pensó en que Ava a destruir su boda, pero inesperadamente su odiado hermano apareció de repente y rodeó la cintura de la mujer, ¡Ella es mi esposa!
Ler maisEl sol de la mañana entraba a través de las cortinas, arrojando un cálido brillo sobre el rostro de Ava mientras se despertaba. A su lado, los ojos de Alejandro se abrieron de par en par. Por un momento se miraron el uno al otro sin decir palabra, todavía quedaban restos de pasión.
—Buenos días, mi amor. —murmuró Alejandro, extendiendo la mano para quitar un mechón de cabello de la mejilla de Ava.
Ella le dedicó una suave sonrisa. —Buenos días, mi amor.
Apoyándose en un codo, Alejandro se pasó los dedos por el brazo y se le puso la piel de gallina. —Anoche fue…
—Increíble. —finalizó Ava, con un sonrojo tiñendo sus mejillas al recordarlo.
Alejandro reconoció, sus ojos oscuros ardían. —Eres increíble.
Ava se mordió el labio, vacilante. Ahora era el momento de tener la conversación que había estado evitando. —Entonces... ¿Cuándo podré conocer a tu familia?
Alejandro se tensó casi imperceptiblemente. —Pronto, lo prometo.
—Has estado diciendo eso durante semanas. —Ava se sentó y las sábanas se acumularon alrededor de su cintura—. ¿Te avergüenzas de mí? —preguntó. Tenía una relación con Alejandro desde hace más de un año. La mantenían en secreto, pero ella consideraba que era el tiempo adecuado para que la presentara ante su familia.
—¿Qué? No, por supuesto que no. —Alejandro le tomó la mano—. Es simplemente... complicado con mi familia. Hay expectativas...—Se detuvo con un suspiro conflictivo—. Quiero preparar a mi familia con esta noticia, sorprenderlos y sobre todo que tú te sientas cómoda con ellos.
El estómago de Ava se retorció con inquietud. Ella buscó su rostro, deseando que sus hermosos rasgos no oscurecieran la verdad tan fácilmente.
Después de un momento, Alejandro encontró su mirada. —No me importan sus expectativas. —dijo con fervor—. Quiero estar contigo, Ava. Solo tú, te amo como a ninguna otra mujer. Quiero todo perfecto para ti.
Él llevó su mano a sus labios en un suave beso. Ava sintió que sus dudas comenzaban a desvanecerse. Ella quería creerle. Necesitaban creer que tenían un futuro juntos, sin importar los obstáculos que les aguardaban. Confiaba en Alejandro y su amor, pero conocía a su familia y los perjuicios sociales.
Alejandro pertenecía a la gran familia Montenegro, dueños de grandes empresas y propiedades en diversos países del mundo. Se conocieron de manera fortuita cuando una tarde de lluvia Ava, corría apresuradamente tratando de encontrar un sitio para resguardarse.
Se topó con Alejandro, quien de manera amable le ofreció su paraguas y la llevó a su apartamento. En ese instante ella sintió una conexión especial y después de un año se encontraba anhelando estar junto él.
—Pronto. —repitió Alejandro, sus ojos taladrando intensamente los de ella. —Lo prometo. Es más, para que me creas, la próxima semana después de que regrese de viaje, haré el anuncio oficial.
Ava asintió lentamente y el nudo que tenía en el estómago se aflojó. Tenía que confiar en él. Valía la pena luchar por su amor.
—¿En serio tienes que irte? —preguntó. Odiaba cuando su prometido iba a viaje de negocios, estaba tan acostumbrada a su presencia, sus detalles, sus caricias.
—Solo será un par de días. Vendré a buscarte en cuanto regrese y prepararemos nuestro anuncio con mi familia.
Ava formó una gran sonrisa en su rostro. Por fin, el momento había llegado.
—Tengo que irme, Sebastián está en la empresa y odio sus llamados de atención.
—¿Tu hermano? —preguntó Ava, ella conocía poco a la familia de su novio.
—Es un amargado en el trabajo, pero de la vida alegre fuera de él. Su hobby favorito es engañar a las mujeres y hacerme la vida imposible.
Ava río, su novio era tan ocurrente.
Alejandro besó sus labios, se levantó de la cama y salió del apartamento.
(...)
Ava respiró hondo mientras abría la puerta del taller de moda, inhalando los familiares aromas de tela e hilo. Este espacio, con sus grandes ventanales que inundaban la habitación de luz natural, era su santuario. Aquí podría perderse en su arte, canalizando sus emociones en cada diseño.
—¡Buenos días, Ava! —su asistente, Lily, saludó desde el otro lado de la habitación. —Te ves radiante hoy. ¿Nueva inspiración? —dijo, moviendo sus cejas de arriba a abajo.
Ava sonrió suavemente y sus pensamientos revolotearon brevemente hacia Alejandro. —Podrías decir que tengo una gran inspiración esta mañana. —Después de que su novio le prometiera que por fin podrían revelar su amor al mundo entero, ella tenía inspiración.
Trabajaba para la marca de ropa de la diseñadora Zoe Thompson. Esta nueva línea de ropa era nueva en el mercado de la moda. Hace dos años una artista famosa decidió comprar un vestido en una boutique de poco prestigio, el vestido fue un ¡Boom! Y desde ese instante la marca Zoe Thompson se abrió camino entre las grandes marcas de diseño.
Pero su popularidad tardó pocos meses, así que de nuevo la línea de ropa trataba de tomar de nuevo un impulso, quería ser parte de grandes tiendas de moda como MG de las industrias Montenegro, estar en los altos y costos almacenes era un honor.
Era una gran coincidencia que Alejandro era hijo del dueño legítimo de esas grandes empresas, pero nunca usaría sus influencias para que Zoe Thompson ocupara un espacio en esas empresas, claro que no, ella quería demostrar que podía lograr mucho sin la ayuda de su novio. Ser reconocida por su esfuerzo y no por influencias.
Colgó su bolso y se acercó para inspeccionar las muestras de tela colocadas en la mesa de corte. Lily la siguió, prácticamente saltando de puntillas.
—Tengo noticias emocionantes. —dijo—. Recibimos una solicitud para un vestido de novia personalizado, ¡y la novia quiere un diseño original de Zoe Thompson!
Los ojos de Ava se abrieron como platos. Que encargaran personalmente un vestido de novia de la línea de Zoe Thompson era un honor que no se tomaba a la ligera. Su corazón se hinchó ante la oportunidad de ser parte del día especial de alguien. Era la primera vez que pedían un vestido para tal ocasión.
—Eso es maravilloso. —respiró Ava. Ya estaba imaginando siluetas y detalles de vestidos en su mente.
Lily sonrió. —Tenía la sensación de que estarías de acuerdo. ¿Cuándo podemos programar una consulta?
—Lo antes posible. —Las manos de Ava ya estaban ansiosas por dibujar—. Quiero hacer realidad la visión de esta novia.
Se imaginaba a ella misma, haciendo un vestido para el día de su boda. Anhelaba una ceremonia extensa, con invitados y flores de distintos colores. Ella vestida de blanco, caminando hacia el altar, mientras miraba a Alejandro al final con las manos extendidas.
—Incluso ha enviado una invitación para la fiesta de compromiso, para que tomar una idea de lo que ella desea para su boda.
—No puedo asistir y lo sabes.
—Bueno, sé que no… pero es una oportunidad para participar en eventos tan exclusivos. Es una nueva oportunidad para ti y tu antropofobia. —susurró lo último.
Ava padecía un disturbio psicológico, que consistía en el miedo hacia las personas: La antropofobia, Es un fenómeno psicológico que puede manifestarse de diversas formas, desde el temor extremo a interactuar con otras personas hasta el deseo de evitar cualquier contacto social.
Enfermedad que Ava desarrolló desde pequeña y ahora que era adulta, ella intentaba superarla, pero sus intentos habían sido inútiles, así que ella confiaba en pocas personas para que estuvieran cerca de ella. Lyli y su novio Alejandro.
—Déjame pensarlo…
De pronto Ava recibió un mensaje de texto de su novio.
Ale, mi amor.
Te amo, eres la única mujer en mi vida, eres especial, única y quiero pasar el resto de mis días junto a tu lado.
Ava mordió su labio inferior al leer el mensaje de su novio. Debía intentar superar su fobia, por Alejandro, por su amor. Ella quería ser la mejor mujer para su novio y superar sus medias era el primer paso.
—Sabes… si voy a asistir a la fiesta de compromiso, prepara nuestros boletos.
Ava se miraba al espejo, ajustando los últimos detalles de su vestido elegante. Era un diseño en tonos marfil, delicado y sofisticado, perfecto para la ocasión. Era el día de la graduación de su hijo Bastián, y aunque intentaba mantener la calma, el orgullo y la emoción la llenaban por completo.De pronto, sintió unas manos cálidas rodeando su cintura. Un suspiro suave escapó de sus labios cuando reconoció el toque. Sebastián, con una sonrisa que irradiaba tanto amor como complicidad, la giró hacia él, sus ojos reflejando la devoción de los años que habían compartido.—Estás hermosa, Ava —murmuró, acercando su rostro al de ella.Antes de que pudiera responder, él la besó con una pasión que, a pesar del paso del tiempo, seguía intacta. Fue un beso que hablaba de promesas cumplidas y sueños compartidos. Cuando se separaron, apenas unos centímetros, Sebastián le susurró—: Te amo. Gracias por darme esta familia, por construir esta vida conmigo.Ava lo miró con ternura, conmovida por sus p
La mansión Montenegro brillaba bajo las luces cálidas del atardecer, como si el cielo quisiera rendir homenaje a la familia que tanto había luchado por mantenerse unida. Los ventanales reflejaban el dorado del sol que se desvanecía en el horizonte, mientras dentro, los ecos de risas y conversaciones llenaban cada rincón de la casa. La mesa estaba adornada con flores blancas y copas de cristal que aguardaban el momento del brindis, el que todos sabían sería especial.Sebastián, en el centro del salón, se alzó con una copa en la mano, su mirada recorriendo los rostros de sus seres queridos y amigos que lo rodeaban. Ava, a su lado, sonreía con orgullo, sosteniendo su propia copa con elegancia, como si el peso de las dificultades pasadas se hubiera desvanecido por completo.—Queridos amigos, familia —Sebastián comenzó, con la voz llena de emoción contenida—. Hoy estamos aquí reunidos para celebrar no solo una victoria, sino un renacimiento. Después de meses de lucha, intrigas y traicione
El sol de la tarde reflejaba un brillo suave sobre la superficie de la piscina, mientras Valentina y Valeria reían, chapoteando despreocupadamente en el agua. Alexandre, sentado al borde, con los pies sumergidos, las observaba con una sonrisa ligera, disfrutando de aquel breve momento de tranquilidad. Había sido un tiempo caótico desde la muerte de su madre, pero ahí, junto a las mellizas, el peso que cargaba sobre sus hombros parecía disminuir, aunque solo fuera por un rato.De repente, el ambiente relajado se quebró. La figura imponente de Sebastián y la presencia decidida de Ava irrumpieron en la escena. Ambos avanzaban con un paso firme hacia ellos, sus rostros cargados de seriedad. Valeria, al notar la tensión, salió rápidamente del agua y se acercó a Alexandre, quien se puso de pie, algo confundido por la urgencia que veía en sus padres.—Alexandre, necesitamos hablar contigo —dijo Sebastián sin rodeos, su tono grave, casi cortante.Alexandre frunció el ceño, notando que aquell
Ava se encontraba sentada junto a Sebastián en el amplio salón, el silencio que los envolvía parecía más pesado que de costumbre. Las noticias recientes sobre la quiebra de la familia Montenegro los había dejado en un estado de incertidumbre. Sebastián, normalmente imponente y lleno de seguridad, estaba ahora hundido en el sillón, con los ojos clavados en el suelo, como si la gravedad de la situación le estuviera robando el aliento.Ava lo miraba, con los ojos llenos de preocupación y cariño. Sabía que la carga que llevaba sobre los hombros era casi insoportable. Se acercó lentamente y se sentó a su lado, apoyando suavemente su mano sobre la de él.—Sebastián, esto no es tu culpa —le susurró con suavidad, intentando brindarle el consuelo que él tanto necesitaba—. No podías prever lo que sucedió. Lo importante ahora es que estamos juntos en esto, y vamos a encontrar la manera de salir adelante.Sebastián levantó la mirada, sus ojos oscuros reflejaban una tormenta interna que parecía i
Valentina caminaba nerviosa por los pasillos de la universidad, su mente atrapada en una maraña de pensamientos contradictorios. Su corazón latía con fuerza, desbocado por la ansiedad, la rabia, y un sentimiento creciente de desesperación. Antony se iba. No podía creerlo, no quería creerlo. Cada segundo que pasaba sin verlo, la sensación de abandono crecía en su pecho como un nudo imposible de desatar.Cuando finalmente lo vio cruzar uno de los pasillos, su figura alta y elegante caminando con prisa hacia la salida, su corazón se aceleró aún más. Valentina no lo pensó dos veces. Corrió hacia él, casi tropezando con su propio nerviosismo.—¡Antony! —su voz tembló al principio, pero pronto tomó fuerza—. ¡Necesito hablar contigo!Antony la miró de reojo, pero no se detuvo. Sus pasos continuaron firmes, casi como si no quisiera escucharla, como si el peso de lo que estaba a punto de hacer lo obligara a mantenerse en movimiento.—Antony, por favor, detente —insistió Valentina, su tono cad
Alexandre regresó del médico sintiéndose libre por primera vez en semanas. El yeso que lo había confinado finalmente había sido removido, y aunque su pierna aún se sentía débil, caminaba con mayor soltura y, sobre todo, con una sensación de alivio. Al subir las escaleras hacia su habitación, no pudo evitar sonreír. Se sentía más ligero, como si no solo se hubiera deshecho del peso físico, sino también de una carga emocional.Al abrir la puerta de su habitación, sus ojos se encontraron con Valeria. Ella estaba de pie junto a la ventana, con los brazos cruzados, su semblante tenso y su mirada fija en él. La energía en la habitación cambió al instante. La sonrisa de Alexandre se desvaneció cuando notó la expresión de enojo en el rostro de Valeria.—Valeria —dijo, dando un paso hacia ella, buscando su cercanía—. Te he echado de menos.Él intentó acercarse más y, en un impulso, quiso besarla, pero Valeria giró el rostro y dio un paso atrás, evadiéndolo. El gesto fue un golpe directo a su e
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