—Lo siento, pero ya no te amo... —No...tú me amabas ¡me amas, lo sé! Ella se apartó, y lo miró con una frialdad cortante. —Bien dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y tú, Giovanni D'Angelo, me has perdido para siempre. **** El día de su boda, Adeline Winchester camina al altar sabiendo que el corazón de su futuro marido, no le pertenece. Con la esperanza de conquistar su amor, acepta el desafío. Pero un año después, la realidad la golpea con fuerza: el solo tiene ojos para otra mujer, su hermana. Y la traición alcanza su punto más cruel al descubrir que su hermana espera un hijo de su esposo. Devastada, exige el divorcio, pero Giovanni, consumido por una inesperada obsesión, se niega a dejarla ir. Con el corazón en pedazos y enfrentando una enfermedad mortal, decide desaparecer y reconstruir su vida desde las cenizas. Pero no imagino que Giovanni, lamentaría perderla y la buscaría por cielo y tierra. Cuando sus caminos se cruzan nuevamente, Adeline ya no es la misma; además, ahora un atractivo médico le ofrece una nueva oportunidad de felicidad. Pero Giovanni no está dispuesto a perderla de nuevo. —¿Ya tienes a otro hombre? —le espetó, consumido por los celos—. No mientras yo viva, Adeline ―sus labios rozaron los de ella con lentitud ― porque en esta vida solo a mí perteneces. En un torbellino de emociones, Adeline se encuentra atrapada entre el nuevo amor que promete sanarla y el hombre que aún la reclama con fervor. ¿Podrá romper las cadenas de su pasado y encontrar la libertad que tanto ansía, o está destinada a sucumbir una vez más ante el hombre que juró no volver a amar? La decisión final podría cambiarlo todo.
Leer másCAPÍTULO 1: ¡QUIERO QUE TE ACUESTES CON ÉL!
—¡Quiero que te acuestes con él! —Barlow Winchester apretó con fuerza el brazo de su hija y le ordenó con voz dura como el hierro—. Si sabes lo que te conviene, Adeline, te meterás en la cama de Giovanni D'Angelo. Ella lo miró perpleja, sin poder creer lo que su propio padre le estaba pidiendo. ¿Cómo podía pedirle algo tan bajo? La confusión y el horror se reflejaron en sus ojos. —¿Cómo... cómo puedes pedirme algo así? ¡¿Por qué?! ¡¿Para qué?! —exclamó. Barlow esbozó una sonrisa fría y cruel. Sin soltarla, apretó todavía más su agarre, intensificando el dolor en su brazo. —Mis razones no te interesan, Adeline —dijo con desprecio—. Solo ten en cuenta que si no lo haces, tu amado abuelo... —Hizo una pausa y una mueca se formó en su rostro, como si disfrutara al ver la angustia de su hija—. Dejará de recibir atención médica. Y sabes lo que pasará, ¿verdad? El impacto de sus palabras fue como una bofetada. El abuelo de Adeline, el padre de su madre fallecida era la única persona que alguna vez la había amado de verdad... Si perdía el tratamiento, su vida correría peligro. Un nudo se formó en su garganta, pero las lágrimas se resistían a salir. —Giovanni estará en el hotel Montclair, asistiendo a la boda de su amigo Sebastián —continuó Barlow, soltando el brazo de Adeline con desdén—. Vístete más acorde para seducir a un hombre. —Clavó sus ojos llenos de crueldad en ella—. Y asegúrate de complacerlo en la cama. Adeline lo miró con los ojos llenos de lágrimas, el dolor en su pecho era insoportable. —¿Por qué me haces esto? Soy tu hija... ¿Por qué me tratas como a una cualquiera? Además… —ella bajó el rostro ocultando su vergüenza—. Yo no le gusto, sabes que él… que él está enamorado de Dayana. Barlow levantó una mano, haciendo una mueca de desprecio. —Deja de hacerte la víctima —le espetó, soltando una carcajada que resonó como un eco en la habitación—. ¿De verdad crees que no lo sé? He visto cómo lo miras —Encendió un cigarro, dejando que el humo saliera lentamente de su boca, como si disfrutara prolongar el momento—. Te estoy haciendo un favor, pequeña. O, ¿vas a negar que estás enamorada de él en secreto? Adeline levantó el rostro dándole una confirmación implícita. Barlow sonrió con maldad, acercándose un poco más a ella. —Bueno, con esto te convertirás en la señora D'Angelo. […] Giovanni D’Angelo dejó el vaso vacío sobre la barra. Había ido allí para desahogarse, o mejor dicho, ahogar sus penas en alcohol. La mujer que amaba había decidido abandonarlo. Alzó la cabeza y le hizo señas al barman. —Quiero otro —dijo. En la entrada del bar, la mujer miraba a Giovanni con una mezcla de emociones: miedo y a la vez anticipación. Estaba allí por una razón, tenía que cumplir una orden; de ello dependía la salvación de su abuelo. Adeline respiró hondo, para luego dar un paso hacia él. Tenía que enfrentarlo y terminar cuanto antes con todo. —¿Adeline? —preguntó Giovanni, sorprendido de que estuviera allí. —Hola —dijo ella—. ¿Puedo hacerte compañía? A pesar de haber bebido demasiado alcohol, los ojos de Giovanni no podían resistirse a seguir el contorno de Adeline con la mirada. Era la primera vez que la veía vestida de manera tan seductora, despertando en él una tentación irresistible. Tuvo que admitir que Adeline era hermosa, diferente a Dayana. Si Dayana era una bomba sexy, Adeline irradiaba un tipo de belleza que inspiraba el deseo de proteger. Sin embargo, esa noche, su belleza se entrelazaba con un cuerpo sensual y en curvas provocativas que invitaban a ser exploradas. De repente, se encontró tragando y buscando controlar su respiración. Y aunque no quisiera reconocerlo, también su entrepierna. —Sí, claro —dijo dándole una sonrisa—. Siéntate. Adeline sonrió y sus labios jugosos, que esa noche estaban pintados de un rojo ardiente, dejaron a Giovanni sin aliento. —Un Martini, por favor —le pidió con un toque de seducción al barman. El hombre rápidamente preparó su bebida, y Adeline la tomó para luego girarse y sonreírle a Giovanni. Chocando su copa con la de él, susurró: —Por nosotros y que esta noche sea nuestra noche. AL DÍA SIGUIENTE… Giovanni se movió ligeramente y suspiró al sentir el cuerpo cálido a su lado. Sus brazos apretaron suavemente a la mujer en sus brazos y sonrió a pesar de tener los ojos cerrados. En su mente somnolienta, la imagen de Dayana brilló y, por supuesto, pensó que la que estaba a su lado era ella. Por otro lado, la mujer que ya había despertado desde hace rato cerró los ojos y dos gotas de lágrimas cayeron. Sí, había pasado la noche con el hombre que amaba, pero él le había hecho el amor pensando que era otra. Escucharlo gemir el nombre de su hermana mientras la poseía era lo más humillante que podía experimentar. Pero no tenía otra opción, cerró los ojos y se tragó su llanto. Giovanni se giró y la abrazó por completo, enterró la nariz en su cuello y aspiró su aroma. —Buenos días, nena… —le susurró. Su mano recorrió la curva de su cadera y subió lentamente hacia arriba, bajando sobre su abdomen en busca de uno de sus senos. —Eres una dormilona, ¿sabes? —dijo roncamente. No sabía por qué o cómo, pero estaba feliz de que Dayana estuviera allí con él. Era su aroma, podía reconocer su perfume entre miles. De repente, llamaron a la puerta; los golpes eran incesantes, ansiosos y fuertes. Giovanni se apartó y buscó una de las batas del hotel. Se peinó como pudo y abrió la puerta pensando que era el servicio del hotel. —No he pedido nada… —sus palabras cesaron cuando vio a Barlow Winchester frente a él. —¿Barlow? —Buenos días, D’Angelo —dijo el hombre con la mandíbula apretada—. Creo que ahí dentro está algo que es mío. Las cejas de Giovanni se fruncieron, seguramente Barlow había descubierto su aventura con Dayana, y fue en ese mismo momento que decidió que la protegería, al costo que fuera. —Barlow, déjame explicarte, ella y yo… nos amamos. Nos amamos desde hace mucho tiempo y… —la valentía dentro de Giovanni se hizo más fuerte—. Estoy dispuesto a asumir las consecuencias. Una de las cejas del hombre se alzó. —¿Estás hablando en serio? —Totalmente. Amo a tu hija y no me importa afrontar las consecuencias por ella. Yo… voy a dar la cara. Barlow lo miró sin decir nada otra vez y le hizo señas para que sus guardaespaldas se fueran. —¿Dónde está mi hija? Quiero saber si ella está de acuerdo. —Lo está —dijo Giovanni con firmeza—. Está aquí porque me ama, y estoy más que seguro de que ella piensa y siente lo mismo que yo. Secretamente, Barlow estaba feliz; Adeline había hecho un buen trabajo. Mejor de lo que pensó. Su plan iba viento en popa. —Bien —dijo Barlow, saliendo de sus pensamientos—. Entonces dile a Adeline que salga. Aun así, me gustaría hablar con ella. Quiero darle la oportunidad de decidir. El cuerpo de Giovanni se congeló, su corazón casi dejó de latir. —¿Adeline? —Sí, ¿quién más podría ser? Ya me conoces, Giovanni, soy muy protector con mis hijas y anoche pedí que la siguieran. Uno de mis hombres dijo que subió aquí contigo. No regresó a casa y… aquí me tienes. Sin embargo, ya he obtenido tu palabra. Te confieso que fue una sorpresa que me dijeras que la amas. Lo cual… —los ojos azules de Barlow se clavaron en los de Giovanni— facilita las cosas para su matrimonio.MIS QUERIDAS LECTORAS,UNA VEZ MÁS LLEGAMOS AL FINAL DE OTRA AVENTURA. ESPERO DE TODO CORAZÓN QUE ESTA NOVELA HAYA SUPERADO SUS EXPECTATIVAS Y QUE HAYAN AMADO A GIOVANNI TANTO COMO YO LO HICE AL CREARLO. SU APOYO SIGNIFICA EL MUNDO PARA MÍ, Y CADA COMENTARIO, YA SEA POSITIVO O NEGATIVO, ES VALIOSO. SÉ QUE ESTA HISTORIA DESPERTÓ OPINIONES DIVERSAS, PERO MI PROPÓSITO SIEMPRE ES MOSTRAR QUE TODOS TENEMOS LA CAPACIDAD DE CAMBIAR Y ELEGIR EL CAMINO CORRECTO.NOS ENCONTRAREMOS NUEVAMENTE EN MIS PRÓXIMAS HISTORIAS:ESPOSA RUSA: CAUTIVA DEL TÍO MAFIOSO DE MI EX Y, POR SUPUESTO, LA TAN ESPERADA HISTORIA DE LUCIEN:LOS TRILLIZOS DEL MAFIOSO: ¡MI NIÑERA ES MI MAMI!GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTE VIAJE. USTEDES SON INCREÍBLES Y NO TENGO PALABRAS PARA EXPRESAR CUÁNTO LAS ADMIRO Y APRECIO.CON TODO MI CARIÑO, PAULINA W.
CAPITULO 162: LA BODA DE LA TEMPORADA.Giovanni esperaba en el altar de la catedral, con las manos entrelazadas y una mezcla de nervios y emoción. La enorme iglesia estaba decorada con flores blancas y candelabros dorados. Todo era perfecto, pero nada podía calmar el revoloteo en su pecho.Afuera, el ruido de los fotógrafos y periodistas anunciaba la llegada de la limosina. Todos los presentes giraron sus cabezas hacia la puerta cuando el vehículo negro y elegante se detuvo frente a la catedral.La primera en bajar fue Zoe, su vestido de tul blanco con pequeños detalles brillantes la hacía parecer un ángel. Caminó con gracia, sosteniendo una pequeña canasta llena de pétalos de flores. Detrás de ella bajó Gabriel, luciendo un traje negro que lo hacía parecer mucho mayor de lo que era. Caminaba con una postura segura, y los anillos de boda en una pequeña almohadilla que sostenía con cuidado.Por último, Leonardo bajó del auto y extendió su mano. El bullicio de los fotógrafos aumentó al
CAPITULO 160: ANTES DE LA BODA.El sol de la tarde brillaba intensamente fuera de la ventana, llenando la habitación con un cálido resplandor dorado. Adeline sentada frente al tocador, llevaba un elegante camisón de seda que caía suavemente sobre sus hombros. La habitación estaba llena del suave murmullo de los preparativos.El maquillador, daba los últimos toques en su rostro. Su tono alegre rompió el silencio:—Señora, no tengo ninguna duda. Hoy será la novia más hermosa de la ciudad.Adeline curvó los labios en una sonrisa mientras una ola de emoción llenaba su pecho. Después de todo, había llegado este día tan esperado, uno que parecía imposible tras los malentendidos y las heridas del pasado. Finalmente había aceptado casarse con Giovanni, y juntos planificaron la boda de sus sueños. La misma catedral donde ocho años atrás se habían prometido un amor eterno los recibiría, pero esta vez con un final feliz. Su final feliz.Mientras el hombre seguía perfeccionando su maquillaje, un
CAPÍTULO 159: POR FAVOR NUNCA ME DEJES.Adeline seguía en shock. La frase "Quería darte una boda sorpresa" se repetía en su mente como un eco. Sin pensarlo, se puso de pie, con el corazón retumbando en sus oídos, y caminó hacia la puerta. La abrió de golpe.Giovanni estaba allí, con los hombros caídos y los ojos implorantes clavados en ella.—¿U-una boda? —murmuró ella, casi sin voz.—Sí, amore —dijo él suavemente, aunque su tono temblaba con intensidad—. Sé que no quieres casarte conmigo, pero yo... yo quiero convertirte en mi esposa. Quiero darte el lugar que nunca debí dejar vacío, el que mereces. La última vez me rechazaste y, bueno, tuve la idea de organizar una boda sorpresa. Sebastián me ayudó. Todo esto... era para ti.Adeline se quedó sin palabras. Un nudo le apretaba el pecho mientras el rompecabezas comenzaba a armarse en su cabeza.—¿Quieres decir que... que todas esas llegadas tarde y los mensajes de texto...?Giovanni suspiró, mirándola con remordimiento.—Lo lamento, car
CAPÍTULO 158: NO ESTOY LISTO PARA PERDERTE.Leonardo se quedó boquiabierto por un segundo al ver a Giovanni con aquella mujer. Se puso de pie con un movimiento brusco, haciendo rechinar la silla contra el suelo.—¡No, no y no! —exclamó—. Tú no te vas a quedar aquí como una santa mártir, Adeline. ¡Vamos! Una no puede quedarse sentada mientras una pelirroja achotada le roba el marido. Tienes que ir y defender tu lugar, amiga. ¡La guerra ha comenzado!Adeline sintió cómo una mezcla de decepción, rabia y vergüenza le hervía en el pecho, como un volcán a punto de explotar. Apretó los puños y se puso de pie de golpe.—Tienes razón —murmuró, su voz fría y decidida—. No voy a quedarme cruzada de brazos.Leonardo sonrió, satisfecho, y juntos avanzaron hacia la mesa donde Giovanni y la mujer reían como si nada más existiera en el mundo.—¡Ja, ja, ja! —se escuchó la risa de la pelirroja justo cuando llegaron.Leonardo fue el primero en hablar. Colocó su mano con fuerza sobre la mesa, el golpe sec
CAPÍTULO 157: EL MENSAJE DE TEXTO.Aquella mañana, Adeline entró en la habitación mientras Giovanni se duchaba. El sonido del agua corriendo era lo único que se escuchaba hasta que el teléfono de él, que estaba sobre la mesa, vibró. Ella se acercó y, al tomarlo, sus ojos se clavaron en el mensaje que acababa de llegar:"No te preocupes, ella no sospechará nada".Un nudo se formó en su estómago y sintió que el aire le faltaba.«¿Tiene a otra?» fue lo primero que cruzó por su mente mientras releía el mensaje, su corazón latiendo cada vez más rápido.En los últimos meses, había notado un cambio en su relación con Giovanni. Desde que había dado a luz, algo dentro de ella había cambiado. Su cuerpo estaba cansado, su mente agotada y su deseo sexual había disminuido drásticamente. Sabía que era algo común después del parto, pero eso no hacía que se sintiera menos insegura. Las noches en las que solían buscarse se habían vuelto escasas, y aunque Giovanni nunca se había quejado, ella no podía e
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