William Hudson es un reconocido CEO con una vida llena perfección. Se ha ganado a pulso cariño todo mundo, sus empleados lo adoran, la prensa lo idolatra, tiene una prometida buena familia con la que piensa casarse, pero todo cambia cuando su madre le da una terrible noticia. Ella se está muriendo y su última voluntad es conocer a su nieto. Cuando su prometida se niega a ser madre, Will decide buscar un vientre de alquiler. Le concederá ese capricho a su madre sin importar lo que cueste. Kathleen lleva cinco años trabajando como empleada de intendencia para la empresa Hudson, el mismo tiempo que lleva enamorada de su perfecto e inaccesible jefe. Todo cambia en su vida la mañana en que la descubre llorando en su despacho porque el banco está a punto de embargarles la casa y no sabe cómo solucionarlo. Una propuesta fuera de lugar. Un contrato y un embarazo, cambiarán la vida de Will y Kath para siempre. ¿Podrá el amor alzarse vencedor sin importar las clases sociales? ¿Dejará Will a su perfecta prometida por una mujer sin recursos? ¿Podrá la Cenicienta cautivar a su príncipe, o por el contrario, el amor no lo podrá todo?
Leer másCinco años después…Kathleen observó a sus gemelas de casi seis, Sofia y Abigail, caminar por el pasillo de la iglesia mientras llevaban los anillos.Tras ellas, sus otras dos gemelas de casi cuatro años, Emma y Mia, seguían a sus hermanas lanzando pétalos de flores en las cabezas de los invitados en lugar de en el suelo.Kath se frotó el vientre, de nuevo estaba embarazada, se había hecho la prueba esa mañana y había salido positiva.Todavía no le había dicho nada a su marido, pero Will, que estaba a su lado, observó ese gesto involuntario y alzó una ceja.—¿Me ocultas algo, esposa? —La miró con intensidad y esperó a que le respondiera.—Nada, solo que estoy nerviosa, hoy se casa mi mejor amiga y no aparece. ¿Crees que Clarisse dejará plantado en el altar a Raimon? Se ve tan nervioso el pobre.A William le había costado perdonar a Clarisse, pero con el tiempo logró comprender que su amiga nunca pensó que iba a ocurrirle algo tan terrible.Pero incluso, de lo malo sucedió algo bueno.
—Asegurarse de que está muerto —ordenó en cuanto llegó junto a los guardias—. Avisen a la policía y si quieren a un culpable, fui yo el que disparé. Mis hijas están desaparecidas y mi esposa necesita llegar a un hospital.William entró en el coche con Kathleen en sus brazos.Benjamín comenzó a dar órdenes y los guardias corrieron a cumplirlas.—Yo organizaré la búsqueda, enviaré a uno de mis hombres con usted al hospital, quédese junto a su esposa. Confíe en mí, no le fallaré de nuevo.—Ni lo sueñes —gruñó—. Da aviso para que envíen escoltas para mi esposa y que nadie entre o salga de la habitación que no sea del personal médico. Quiero que cuando despierte lo primero que vea sea a sus hijas.Cerró la puerta del coche y lo dejó con la palabra en la boca.Cuando llegaron al hospital y los médicos comenzaron a atenderla, Will deseó quedarse allí con ella, pero sus hijas estaban desaparecidas y le había prometido recuperarlas.—Confíe en Benjamín, señor Hudson, las encontrará —le dijo un
William no lo pensó dos veces, en cuanto tuvieron las localizaciones de las propiedades estuvo dispuesto a salir.—Señor Hudson, lo mejor es que se quede y nos deje hacer nuestro trabajo. Vamos a tener que dividirnos para poder registrar las casas, no podemos arriesgarnos, el factor sorpresa es con lo que contamos —le dijo Benjamín.—Sí, señor Hudson —dijo otro de los hombres—. Si no registramos todas las casas ahora mismo y ella está en alguna, corremos el riego de que se la lleve a otro lugar.—No pienso quedarme, dame un arma —ordenó y el guardia emitió un suspiro—. Lo acaban de decir, hay que registrar todas y necesitan toda la ayuda posible.Nada lo haría cambiar de opinión y Benjamín lo sabía.—Entonces vaya con la policía a registrar las otras propiedades, nosotros iremos a la que se encuentra en el bosque. No sabemos si está armado, si es solo su hermano o tiene más hombres con él. ¿Acaso quiere recuperar a su esposa, pero morir usted?—No me harás cambiar de opinión, iré con
Kathleen luchó contra el efecto del medicamento, pero era casi imposible.Todavía estaba consciente cuando escuchó a James llevarse a sus hijas y salir del sótano.Intentó abrir los párpados, pero sentía todo el cuerpo pesado.«No puedo rendirme», pensó, pero era más fácil pensarlo que llevarlo a cabo.Intentó levantarse una y otra vez, pero la cabeza le daba vueltas y sentía la visión borrosa.Le pareció escuchar el sonido de un auto, quizá era su imaginación que la engañaba, pero si estaba en lo correcto James acababa de irse.Si había agarrado el coche es que no pensaba matar a sus hijas, iba a entregarlas.Debía aprovechar que no estaba atada para escaparse.No sabía hacia dónde, pero su única oportunidad era dar con alguien y explicarle lo ocurrido para que la ayudara.Con un nuevo impulso logró alzar la mitad del cuerpo.Con las manos colocadas en el suelo se mantuvo en esa postura.Parpadeó varias veces para intentar aclarar la visión.Estaba casi desnuda, con las piernas ensan
Había transcurrido más de una semana sin saber de su esposa.William estaba desesperado.—Debe dormir, señor Hudson —le dijo Benjamín—. Si se queda sin fuerzas cómo podrá estar bien en el momento en el que la encontremos.Quería tener la misma esperanza que Benjamín, entre los dos habían buscado sin descanso.La policía solo comenzó a hacer su trabajo más de veinticuatro horas después, cuando le presentaron suficientes pruebas de que la marcha de Kathleen no había sido voluntaria.Tenían los teléfonos intervenidos por si llamaban para pedir un rescate, pero nada de eso había ocurrido.Y su hermano seguía sin dar señales de vida desde que Kathleen desapareciera.Era el primer sospechoso, pero nadie sabía dónde estaba metido.Su rostro había salido en todas las noticias, estaba en búsqueda y captura, pero hasta el momento nada.Por más que la policía indagó en todas sus propiedades, no había rastro de su esposa.—No quiero perder la esperanza, Benjamín, pero cada hora que pasa es peor,
Aquello tenía que ser una pesadilla, no podía ser real lo que le estaba ocurriendo.Kathleen se encontraba dando a luz en mitad de un sótano mugriento, en el suelo sucio, con el cadáver de una mujer a su lado y James había salido corriendo hacia la parte superior de la casa.Intentó levantarse, pero una nueva contracción la hizo dar un grito.Cada vez eran más seguidas y sentía la presión de los bebés en su bajo vientre.—Uf, uf, uf, vamos Kath —se dijo a sí misma mientras miraba al techo—, antes las mujeres no necesitaban un hospital para traer a sus hijos al mundo.Sentía tanto dolor, mezclado con el miedo y los nervios que le entró una risa nerviosa.«Voy a traer a mis hijos al mundo mientras estoy secuestrada por un loco y con un cadáver como espectador». En ese momento, James bajó, traía una manta y varias cosas más en las manos, pero Kath no quiso continuar mirándolo.No quería ver lo que ese loco había dispuesto para ella.—Te escuché reír, amor —le dijo en cuanto llegó a su l
Último capítulo