Punto de Vista Madison
Maximiliano, después de despedirse de las dos personas que más amaba en su vida, además de mí, me tomó de la mano y me llevó por los pasillos del salón, corrimos como si fuéramos un par de adolescentes a la fuga, entre risas y complicidad.
Llegamos a la limusina, el auto favorito de Maximiliano estaba decorado con tiras preciosas que colgaban de la parte de atrás, flores y un gran letrero que decía, recién casados.
Sonreí, pues estaba viviendo el sueño más maravilloso hecho realidad, las pocas copas de vino que habíamos tomado ya tenían coloradas mis mejillas, y mi corazón estaba emocionado, en unos cuantos minutos estuvimos en el aeropuerto para abordar su gran avión privado, con rumbo desconocido, pues él siempre era quien me sorprendía.
—¿A dónde me llevas? —Le pregunté al abrocharme el cinturón de seguridad del avión.
—Muero por hacerte el amor en la playa, así que vamos para la playa —Maximiliano me sonrió.
Mordí mi labio inferior, sabiendo que solo nec