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Capítulo 7: Un Lindo Día Para Alma

Parte del personal de Víctor se había ofrecido a llevarla a la tienda para que no tenga que esperar un taxi, pero entre su molestia, prefirió rechazarlo. Tomó su celular para llamar a Víctor en cuanto ha subido al taxi y, como era de esperarse, le declinaba las llamadas; de seguro se encontraba ocupado y ya luego le devolvería la llamada. Al llegar a su tienda, entra saludando a los clientes y luego a su amiga que los atendía, pasó hasta la bodega para cambiarse y continuar con su trabajo.

— ¿Cómo te fue?

Pregunta Lara cuándo ha salido de la bodega y los clientes se han ido.

—Víctor dice que es amable, yo digo que es una creída que ya se cree dueña de la casa…— Se queja al momento que toma asiento en la caja registradora. —¿Puedes creerlo?

—Bueno, por el momento es su prometida y si vive ahí y Víctor no se encuentra, pues…

—Lara, solo está ahí para ser la madre sustituta, nada más…— Rodó sus ojos con fastidio. —Pero de todas formas le dije que no se metiera entre nosotros.

—¿Qué? ¿Por qué hiciste eso? Si Víctor ya te ha dicho algo, deberías confiar en su palabra; Además, fue mala idea que fueras ahí. Él mismo te ha dicho que no vayas en su ausencia.

—¡Perder! Pero no sé, no es fácil que tu novio y amor de tu vida esté por casarse con otra persona que no seas tú, ¿me entiendes?… —Lara asiente.

—Pero ya sabemos la razón de ello, te está protegiendo… —Pone su mano sobre el hombro de su amiga, querido reconfortarla. —¡Buenos días, bienvenido!

Un cliente llega y justo en ese momento Víctor le devuelve la llamada, pregunta por si le ha sucedido algo. Los nervios e inseguridades de Patricia se dispersan tan pronto lo escucha tan preocupado por ella. Calma su inquietud haciéndole saber que se encuentra bien, pero le comenta sobre que ha ido a su casa y todo lo que ha pasado. Al Patricia contar cómo fue el recibimiento de Rebeca, él le cree y se molesta, haciéndole saber que hablará con Rebeca y que eso no se volverá a repetir, aunque ella también se ha llevado su parte por ir a la casa sabiendo que él no está.

Cuando la llamada finaliza, deja su celular guardado para ayudar a su amiga que está recibiendo un gran pedido.

(.....)

Para Rebeca era absurdo recordar las palabras que esa mujer le había dicho, pidiéndole que no se interponga en el amor que ambos se tienen. Esto solo la incentivaba a arrebatárselo con más ansias, pero, como ya había dicho, debía ser paciente si quería que las cosas salieran de buena forma y que no se vean sus intenciones de enamorarlo.

Le ha contado a Fabio en cuanto ha regresado a su habitación; su amigo se ríe por lo desesperada que esa mujer de seguro se había visto en frente de ella. Lo que ellos dos ya pueden intuir es que ella se quejaría con Víctor en cómo la ha tratado; a pesar de que Rebeca fue levemente cuidadosa con sus palabras, sabe que ella las ha percibido de la forma en que realmente ella se quería expresar. Tal vez esto podría ocasionar problemas en su relación con Víctor, pero si Lidia confirma que ella ha sido muy pacífica al momento de tratar con Patricia, puede que Víctor no se moleste con ella.

—¿Qué harás si te reclamar?...— Pregunta Fabio al otro lado de la pantalla.

—Luego te lo haré saber…— Sonríe con confianza y su amigo niega mientras ríe. —Hablamos después, Alma sale a la una y media, así que iré por ella ahora.

—Listo, supermamá.

La videollamada finalizó y nuevamente Rebeca se cambia de ropa, baja esperando encontrarse con Lidia. Si hubiera traído su auto, podría ir ella misma por Alma, pero se había olvidado de irlo a buscar, así que ahora dependería de otros para movilizarse hasta que pueda irlo a buscar.

—¿Está lista, señorita?...— Pregunta Lidia cuando sale de la cocina.

—Sí, vamos.

Ambas salen y suben al auto; en el trayecto todo es silencioso, por lo que Rebeca considera que es buen momento para hablar con ella respecto a Patricia.

—Lidia, ¿piensas que fui dura con Patricia?… —Rebeca simula preocupación.

—Para nada, al parecer ella no se ha tomado de buena forma el que usted está en la casa.

—Es evidente, pero no quiero problemas con Víctor por ella. De verdad que no fue mi intención echarla, pero estaba ocupada trabajando.

—Lo sé, no debes preocuparte. Normalmente no es así, pero ha sido muy imprudente al hacer eso.

—Bueno, gracias por apaciguar mis dudas. Por un momento me cuestioné si había sido dura con ella.

—Para nada.

Perfecto, ahora Rebeca tenía la opinión de Lidia y, por supuesto, era un favor. Por ahora debía despreocuparse; si Víctor llegaba atacándola por su pequeña florista, tendría a Lidia como testigo de que no había tenido una mala actitud.

Al llegar, solo debían esperar unos diez minutos hasta que los niños empezaron a salir. Rebeca se bajó y, apenas la vio, se agachó a su altura para que la niña la pudiera abrazar bien, ya que venía corriendo hacia ella. Luego se tomó de las manos de camino hasta el auto, retornaron a la casa y en el trayecto Alma le enseñó sus buenas notas y dibujos que había hecho en la clase de arte. Rebeca la felicita y propone que, por esas excelentes notas, vayan al cine y vean lo que ella quiera. La niña no contiene su emoción y la abraza. Apenas se bajan del auto, corre a la casa; seguido, se va a su habitación para cambiarse y bajar a almorzar.

El almuerzo también fue una agradable sorpresa para Alma; las chicas de la cocina le habían informado que Rebeca había pedido que cocinaran su comida preferida. Esto provoca que Alma no quiera que Rebeca se vaya tan pronto; su padre bien había dicho que se quedaría por un tiempo. ¿Pero cuánto sería ese tiempo? A pesar de que la nostalgia quería invadir de pensar cuándo ella se iría, quedaron atrás cuando terminaron de almorzar y se marcharon al centro comercial.

Todo el día fue una gran sensación de emociones; Alma esperaba que esto nunca acabara.

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