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Capítulo 8: Solo Es Un Malentendido

Víctor se encontraba descansando; ya eran las once de la noche y no hace mucho había llamado a Lidia para saber cómo iban las cosas en casa. Para su sorpresa, de fondo había oído a su hija reír luego de decirle algo a Rebeca. Al parecer, todo marchaba bien incluso en su ausencia.

Revisaba los mensajes y tenía algunos de su padre; él seguía insistiendo en que debía conocer a alguien que fuera un buen ejemplo para Alama y de gran apoyo para él. Como Rebeca aún seguía con Alma, no les había comentado a sus padres sobre ella. Para darles calma, respondió: “He conocido a alguien, tengan un poco de paciencia”.

Apenas su padre ha visto el mensaje, le ha llamado.

—Te hemos dicho con tu madre que Patricia no es la indicada.

—No se trata de ella, es otra persona.

Su padre queda en silencio ante sus palabras.

—¿Quién es? Tu madre y yo deseamos conocerla.

—No será ahora; Como dije, tengan paciencia.

—Víctor, la junta anual con nuestros clientes es en una semana; sería ideal que esta vez lleves a alguien que dé el porte. La vez pasada se te ocurrió llevar a Patricia y, por Dios, no quiero recordar la vergüenza que pasamos.

Esta vez su madre le había arrebatado el celular a su padre.

—Lo sé, no la expondré a esto de nuevo. No se preocupen, siento que es una persona que se adaptará a la situación.

—Después de que no salga con un estúpido discurso de que tú serías feliz dejando esta organización, estamos bien.

Víctor suspira derrotado; su madre aún seguía muy disgustada con lo que Patricia le había estado diciendo a unos grandes clientes que su organización tenía. Para cualquiera, esas palabras podían ser tomadas como que él no estaba listo para ser jefe y menos quería trabajar en ello. Cualquiera pensaría que era un endeble el que estaba a cargo de esta organización, pero no era así. Patricia antes le había pedido abandonar todo para vivir juntos y tranquilos, pero como se había negado diciendo que era su responsabilidad, pensó que en el fondo no quería ser parte de esto.

—No, a ella no le molesta en lo que me manejo.

—Perfecto, al menos no nos hará pasar vergüenza en eso.

—Bueno, hijo, te dejamos descansar, te queremos.

Fueron sus últimas palabras antes de colgar agotado, lanzó su celular por ahí y se dejó caer de espaldas sobre la cama. Pensó en Patricia y sabe que no se va a tomar de buena forma esto, pero es mejor así. Patricia no logró adaptarse a esos eventos y, si volvía a decir algo inadecuado, estaba seguro de que su madre no se iba a quedar callada como la vez anterior.

Ante el cansancio, cayó rendido.

A primera hora de la mañana se ha levantado. Karl, uno de sus subordinados, lo espera en el auto para regresar a la casa; le esperaba una hora de viaje hacia el aeródromo y luego dos horas de vuelo.

(.....)

Luego de haber dejado a Alma en la escuela, Lidia ha dejado a Rebeca en la casa de sus padres. Antes de que se fuera, le pide que lleve a Alma luego de la escuela al Orfanato Cielo, que es donde ella se iba a encontrar a esa hora.

Entra en su casa y no oye la voz de su madre, pero sí ve a su padre, que estaba por salir.

—Hija mía, ¿Cómo has estado?

—Muy bien, ¿y tú? ¿Has solucionado las cosas dentro de la empresa?

—Sí, ya no tengo la cuerda atada al cuello…— Su padre mira escaleras arriba y se lleva a su hija a un lado apartado. — ¿Cómo van las cosas en esa casa? ¿Te trata bien?

—Sí, de momento toda marcha de maravillas.

—Sabía que podía contar contigo; Si hubiera sido Tina, esto ya sería un descontrol.

Rebeca, al oír el nombre de su hermana, rueda sus ojos de molestia. Agradecería que no se encontrará en el país por ahora. O mejor que no regresara y se quedara haciendo su vida por allá; no necesitaba más problemas y menos si ella era el problema.

—Bueno, solo he venido por mi auto; debo ir al orfanato. La constructora me espera para darme un presupuesto de cuánto se irían en arreglos.

—¿No saludarás a tu madre?

—En otro momento, llevo algo de prisa.

Rebeca sale tan rápido como pudo; no quiere llegar tarde y Fabio ya se encontraba en el orfanato esperando por ella. De camino hacia el orfanato hay mucho tráfico, por lo que debe tomar otra ruta, sin esperar ver a Patricia abriendo su negocio junto con otra mujer. Como había un semáforo, ha quedado frente a la tienda; Fue inevitable que ambas se vieran. Rebeca saludó moviendo su mano con la mejor sonrisa. Patricia, por su parte, de igual forma le regresa el saludo antes de que Rebeca continúe con su camino. Pronto llega a su destino para dar inicio a su reunión.

Propuestas iban y venían en la reunión; al final, el presupuesto quedó en treinta millones, contando con los materiales y pagando la obra de mano. Cuando los contratistas se han ido, Rebeca habla con Fabio y la madre superiora del orfanato sobre recaudar de alguna forma la mitad del presupuesto haciendo un evento que incite a los invitados a donar.

— ¿Qué tipo de eventos podemos hacer ahora, para recaudar lo necesario?

Pregunta a la madre superiora.

—Conozco a alguien que sería de excelente ayuda…— Dice Fabio, obteniendo la atención de ambas mujeres. —Se dedica a hacer subastas y está interesado en ayudar a los orfanatos.

—¿De quién hablas?

—La cosa es que también debemos conseguir buenos clientes.

—Pregunté de quién hablas… —volvió a hablar Rebeca.

Fabio vacila antes de enseñarle el correo electrónico que ha recibido ayer en la noche, pero se rinde y le entrega su tableta a Rebeca.

—¡¿Marcus?!... —Pregunta con evidente enojo.

La madre superior nombra a Jesús en voz baja, sabiendo que esto no podía terminar bien. Marcus era un exnovio de Rebeca que la había engañado con su hermana y el día de un evento Tina había aparecido junto a él.

—¡¿Sigues en contacto con Marcus?!

—Sigue siendo mi amigo después de todo.

—Rebeca, mi niña, cálmate. Sabes que sufres de la presión…— Habló la madre superior queriendo calmarla.

Rebeca toma asiento y respira profundamente; no podía dejarse llevar por un arranque de ira o nuevamente se le iba a disparar la presión.

—Dile a ese bastardo que no quiero su miserable ayuda.

—Rebeca, piénsalo, nos sería de mucha ayuda. Las posibilidades de conseguir el dinero son altas…— Ella niega ante la idea. —Además, él quiere disculparse y que todo queda atrás.

—Mi niña, ¿qué tal si te relajas y piensas muy bien las cosas…— Fabio asiente ante las palabras de la madre superior. —Eso ha quedado en el pasado y ahora solo hablarán sobre trabajo. Al más mínimo intento de pasarse de listo lo rechazas.

—Exacto, por último, hablen sus acuerdos.

Rebeca intenta calmarse pensando que debe darle la prioridad al orfanato, pero antes necesitaba saber qué es lo que él ganaría en esto.

—Dile que mañana almorzaremos; ahí hablaremos sobre los términos.

— ¿Dónde les reservo?

—Tú también irás; si esto es sobre trabajo, también debes ir…— Fabio asiente, no estando de acuerdo.

El celular suena y es Lidia; de seguro ya se encontraba ahí con Alma. Rebeca dice que ya regresa y se retira de la oficina.

—Definitivamente no quiero ir a esa reunión.

—Fabio, por favor, debes ir. No vayas a ser que discutan y le dé un ataque ahí.

Fabio asiente sabiendo que la madre superior tiene razón; su amiga solía alterarse muy fácil cuando se trataba de Marcus o Tina, en especial Tina. No quedándole de otra, mira los restaurantes menos visitados en los cuales ambos no sean reconocidos, porque el escándalo de la infidelidad de Marcus en su tiempo había sido tendencia. Luego de reservar en un restaurante común y corriente, le responde el mensaje a Marcus, citándolo al mediodía de mañana.

Al pasar tiempo con Alma, Rebeca deja pasar la rabia que hace unos segundos la estaba consumiendo. Le enseñó a la niña el lugar y dónde se encontraban los niños; Alma aprovechó y jugó con muchos de ellos. La tarde avanzaba y, mientras ellas estaban en el orfanato, Víctor por fin había llegado a su casa.

—Señor, ¿Cómo estuvo todo? ¿Acordaron los nuevos puntos de entrega?

Pregunta Lidia, siguiéndolo hasta su oficina.

—Sí, compraré unas bodegas extras para guardar la droga en distintas partes… —Se deja caer sobre su silla y suspira de cansancio. — ¿Qué pasó aquí? Patricia me ha llamado y se ha quejado de que Rebeca fue muy descortés y la echó.

Lidia frunció su entrecejo; eso no había pasado. Definitivamente, ella lo había percibido de mala forma.

—Señor, permítame aclarar. Cuando ella llegó, la señorita Rebeca se encontraba en una reunión por computadora. Atendió muy bien a la señorita Patricia; lo que sucedió es que Rebeca se puso incómoda con lo que Patricia decía.

— ¿Qué le dijo?

—Le pidió que no se entrometiera entre ustedes, a pesar de que ya antes la señorita Rebeca le había asegurado que entre ustedes no sucede nada. Además, reiteró que estaba en medio de una reunión, necesitaba regresar y por eso la invitó a retirarse; Incluso le dijo que si se quería quedar, no había problema.

—Entiendo.

—Creo que son sus celos e inseguridades los que le hicieron ver una mala actitud de Rebeca, pero le aseguro que no fue grosera en absoluto.

Víctor asintió; fue bueno que Lidia había estado presente, pues así podría tener otra versión de los hechos. Dejaría pasar esto; todo había sido un malentendido por parte de Patricia, así que no debía recriminarle nada a Rebeca.

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