— ¿Cómo está Alma? De seguro se aburre de ir con sus abuelos; para la próxima, tráela; sabes que a ambas nos gusta pintar.
—No es necesario, Rebeca está con ella.
—¿Rebeca?
—Sí, la mujer de la cual te hablé la otra vez.
Patricia sonríe no muy a gusto cuando recuerda que han hablado sobre ella. No esperaba que esa mujer se mudara tan pronto a casa de Víctor; esto solo le causaba un mal presentimiento.
—No pienses de más, sabes que te amo.
—Estaba pensando en lo difícil que le será congeniar con Alma; ya sabes que no es de hablar mucho con cualquiera. Tal vez debería intervenir para ayudarlas.
—Patricia, no te preocupes, mi vida. Alma adora a Rebeca; se llevan perfectamente.
Ella sonríe sabiendo que no estaba de acuerdo con ello; esperaba que las cosas se dificultaran y al final no se dieran, pero a su sorpresa, todo marcha de maravillas. Necesitaba conocerla, sentía que debía saber cómo era esa mujer. Víctor decía que la relación entre ellos era muy amena hasta ahora, que no veía segundas intenciones por parte de ella, pero Patricia no puede calmar su inquietud.
Víctor sabe que aún sigue en sus pensamientos, por lo que retira los platos de la cama, se posiciona entre sus piernas y así logra obtener su atención. Las mejillas de Patricia se tiñen de rojo al saber lo que va a pasar; deja que Víctor toque sus piernas con suavidad hasta llegar a la pretina de su short; él la desliza con cuidado hasta haberla tirado al suelo. No trae ropa interior porque así duerme más cómoda y está más lista para cuando van a hacer el amor.
Abre aún más sus piernas cuando él está por tocarla en esa zona; con prisa se quita la camisa de su pijama dejando sus senos al aire. Su respiración está agitada, ansiando sentirlo adentro; él lo sabe, por eso atacó sus labios con fervor, saca su miembro y entra en ella de golpe, provocando que su cuerpo se curve y entierre sus uñas en sus hombros.
—Solo somos tú y yo, ¿vale?
Patricia no podía responder bien debido a sus ahogados gemidos.
No debía dudar de su amor; él la amaba y ella a él. Si no era así, ¿por qué vendría a dormir a su casa cada que ella lo pide?
(.....)
A la mañana siguiente, Rebeca se ha levantado temprano para ir a dejar a Alma a la escuela junto con Lidia. Se tomó el atrevimiento de despertarla y ayudarla a vestirse; desayunaron juntas y luego salieron para subirse al auto, donde ya las esperaba Lidia. Durante el trayecto, Rebeca pregunta si Víctor la ha llamado para saludarla, pregunta que no necesita respuesta, pues el silencio de Alma lo deja más que claro; para no desanimarla, le anima diciendo que, apenas vuelva, van a pasar un buen rato juntos. Alma se queda con esas palabras y vuelve a sonreír.
Dejan a la niña en la escuela, luego regresan a la casa. Cómo hoy no debía ir a la agencia, se dedicará a trabajar dentro de su cuarto; es un alivio que hoy mismo han comenzado a arreglar su futura oficina.
—¿El que no la llame es un método de seguridad para que nadie sepa sobre ella?
Preguntó Rebeca mirando hacia adelante.
—Así es, evita llamar a casa por si alguien lo espía.
—Entiendo.
Estando de regreso en la casa, apenas entra, es recibida por Sara. Como Rebeca ha quedado en casa, deben preguntarle a ella qué deben preparar para el almuerzo; esto no era algo que se esperara. Con precisión pidió que hicieran la comida favorita de Alma; con esto podría saber más cosas de ella.
Dada la orden, Rebeca se pone a trabajar y habla con Fabio por videollamada, aclarando un evento que harán de donaciones e incentivando a que adopten. Concentrada en todos los gastos que debe hacer y dónde llevar a cabo su proyecto, es interrumpida por Lidia.
—Señorita, lamento que la moleste…— Lidia sabe que está ocupada, pero debe hacerle saber que Patricia la busca, porque se veía muy determinada a no irse. —Pero la buscan.
Rebeca mira nuevamente a la cámara y Fabio se encoge de hombros; Nadie, aparte de Fabio, sabe dónde estaba ella.
—Dame un segundo…— Le dice a Fabio y baja junto con Lidia.
Rebeca podía imaginar a cualquier persona y a la vez a nadie, pero jamás creyó que esta mujer la vendría a buscar.
—Buenos días, mi nombre es Rebeca…— Dice estirando su mano, y Patricia estrecha sus manos. —Por favor, tome asiento.
Habla como dueña de casa y eso Patricia lo ha percibido.
—¿Desea tomar algo? La mañana es un poco fría porque lloverá… —Patricia no responde y solo la analiza. —¿Un café tal vez?
—No es necesario, solo he venido para conocerla.
—¿Conocerme?… —Rebeca mira a Lidia y ella se ve igual de extrañada. —Bueno, tú dirás qué es lo que necesitas saber de mí… —Hizo ademán de querer saber su nombre.
—Patricia, mi nombre es Patricia y soy la novia de Víctor.
—Oh, comprendo tu motivo, pero creo que Víctor ya te debe haber dicho que lo nuestro es un mero contrato.
—Así es, pero
—Entonces escúchalo y créele, solamente somos amigos. Claro, en un futuro tal vez nos casemos, pero seguirá siendo un contrato. Así que no te debes sentir intimidada por mí.
—No lo hago.
Aseguró sabiendo que esas palabras eran falsas, y es que cómo a Víctor se le había ocurrido meter a su casa a una supermodelo. Ahora entiende por qué se lleva tan bien con Alma; sabe perfectamente que es su modelo preferida.
—Qué bien, porque no debe sentirse menos porque soy una modelo y una activista de ayudar a orfanatos ya los menos favorecidos. Usted es una florista y tiene su propio negocio; eso también la hace ser suficiente.
—Sí, lo sé…— Patricia tenía tensos sus dientes.
Tenía la leve sospecha de que Rebeca se estaba mofando de ella y mirándola en menos.
—Entonces, si eso es todo… —Rebeca pretendía dar por terminado para seguir con su trabajo.
—Solo le pido que mantenga las cosas como dice y no intervenga en lo que Víctor y yo tenemos, que es algo que lleva tiempo y es hermoso.
—Ah, si…— Mira a Lidia y su rostro le dice que tenga paciencia. —Claro, querida, bueno, como ya hemos hablado, te invito a la salida. Soy una persona ocupada y
—¿Me estás echando?
—Oh no, solo te estoy invitando a retirarte. Me agarraste en mal momento, me encontraba trabajando, pero si deseas quedarte, no hay ningún problema. Pediré que preparen una habitación para ti.
—No, gracias. Me retiraré.
Patricia no esperó a oír algo más y se retiró de esa casa, una casa a la que muchas veces ha llegado y nunca se ha sentido como una extraña, pero hoy, esa mujer se ha encargado de hacerla sentir así. Pero esto no se iba a quedar así; Víctor lo sabría y la pondría en su lugar; ella tiene derecho a llegar y estar cuanto quiera en esa casa.