—¿Debes salir?

—Sí.

Rebeca se levantó con pereza de la cama, se metió a la ducha y fue rápida. Debía llegar antes que el electricista; no le gustaba hacer esperar a los demás, como menos le gusta que lo hagan con ella.

Vuelve a la habitación en toalla, abre su armario buscando qué ponerse, mira el día e iba a estar soleado. Busca prendas ligeras y las lanza sobre la cama, se sienta frente a su espejo y seca su cabello, lo plancha y luego lo toma con un ligue mientras se viste. Se maquilla sutilmente y procede a vestirse, pero antes de soltarse la toalla recuerda que no estaba sola. Víctor estaba ahí en su cama con los ojos cerrados.

—¿Estás dormido?

—No.

—No abras los ojos, me voy a vestir… —dice retirando la toalla de su cuerpo; la deja colgada en el baño. —A menos que quieras ver.

—Por Dios, cómo se nota que ya no estás enojada… —dice sin abrir sus ojos.

Rebeca sonríe y procede a vestirse; de vez en cuando mira a Víctor; él no abriría sus ojos en ningún momento. Es una pena que ahor