A partir de esa charla, Saul se retiró dejando a su hija trabajar en lo que estaba; Fabio volvió a ingresar en la oficina. Notó el cambio en su amiga, así que preguntó por lo que había sucedido. Ella, que le tiene confianza a Fabio, le cuenta sobre lo que sucede en su familia y lo que ahora debe hacer para asegurar una gran fortuna para ellos. Claro, ahorrando el detalle de que tendría que ensuciar sus manos, pero por ahora no se lo diría. No porque no confíe en él, sino porque no sabe cómo irá a reaccionar ante ello.
Por lo que le pide ayuda a su amigo para investigar lo más que pueda de su futuro esposo. No quería llegar a un lugar sin tener conocimiento; era mejor estar preparada para todo.
(.....)
—Señor, Saul me ha contactado y me ha dicho que para él Lunes está bien. ¿Desea fijar una hora?
Informa la mano derecha y asistente de Víctor.
—Sí, a las nueve. Tomaremos el desayuno mientras hablamos.
—Además, le informo que la señora Patricia se encuentra aquí.
Víctor deja de lado los paquetes con drogas que estaba revisando, sale de su bodega para ir a la casa. Donde se encontraba ella esperándolo, revisa su celular y tiene cuatro llamadas perdidas de ella.
—Gracias, Lidia, puedes retirarte… —le informa una vez han entrado en la casa.
—Víctor, me tenías muy preocupada… —Escucha la voz de Patricia en cuanto ha entrado en la sala.
Ella ha corrido a su encuentro, lo abraza y revisa que no tenga ningún rasguño. Había estado ansiosa al saber que tenía un encuentro con alguien para hacer negocios, pero como no le había respondido sus llamadas, había pensado que le había sucedido algo, así que, apenas cerró su tienda de flores, corrió a toda prisa a tomar un taxi para venir a verlo.
—Estoy bien… —dice tomando sus manos con cariño. —Cálmate.
—¿Te encuentras bien? ¿Seguro?… —Víctor sonríe mientras asiente. —Gracias a Dios.
—Ven, vamos a sentarnos… —La guía hasta el sillón grande.
—Me tenías de los nervios, cómo me dijiste que te encontrarías con alguien que necesitaba dinero y no me respondiste, pensé en lo peor.
Víctor dejó un beso sobre su cabeza para calmarla.
—Pero dime, ¿Cómo te fue?
—Bien, pero primero debo conocer a su hija.
—¿A su hija?
—Él dice que puede ser la persona que busco para Alma, así que acordamos que si ella me agradaba, le daría el dinero.
—¿Te vas a casar con ella? —preguntó con un rastro de dolor y traición en su voz.
—Iniciaremos como un compromiso primero; si ella me inspira confianza y a Alma le agrada, tal vez deba casarme para así darle paz a mis padres también.
—Pero, ¿Qué hay de mí? ¿Por qué no puedes pensar en cómo me siento con esto y que no me elijas a mí?
—Sabes muy bien por qué no puedes ser tú. Temo que, al reconocerte como mi esposa, corras peligro; no quiero que tu vida se vea implicada en cosas que no son. No debes preocuparte; si me llego a casar, ella sabrá que solo es un acuerdo matrimonial. Te seguiré amando a ti.
Patricia se dejó abrazar tras esas palabras y, aunque no dudaba del amor que Víctor le tenía, no se sentía para nada cómoda con esta forma de llevar sus vidas. ¿Qué pasaría si esa mujer quisiera interferir entre ellos? Además, su mayor problema es que los padres de Víctor no la aprueban; no la desprecian ni nada, pero no consideran que sea lo suficientemente fuerte para estar al lado de su hijo.
—No debes preocuparte, Patricia… —Le dio un corto beso en sus labios.
Ella sonrió devolviendo el beso; tal vez se estaba estresando demasiado antes de que las cosas sucedieran.
—¿Te quedas esta noche?
—Claro que sí.
Luego de esa respuesta, ambos se entregaron a la pasión que provocaba cada beso que se daban. Con cuidado y amor, la tomó entre sus brazos y la llevó a su habitación. La habitación era testigo de las noches de amor y pasión que había entre ellos. Víctor la tomó con delicadeza, tocó cada centímetro de su cuerpo, dejó un largo rastro de besos, a la vez dejando marcas de otra noche en la cual se amaron como nunca.
(.....)
Los días pasaban y Fabio se había enfocado en conseguirle la mayor información posible a su amiga. Le había costado demasiado por lo desapercibido que él pasa, pero lo que ha conseguido a su amiga no le causará mucha gracia.
Le entrega los documentos apenas ella termina la sesión de fotos. Rebeca analiza el contenido; su sonrisa se ve opacada por la molestia al ver con lo que se encuentra. Las fotos de su futuro esposo paseando con una mujer, y se ve que no es una chica cualquiera porque aparece la misma en distintas fotos.
—Creo que no la tendrás fácil.
—Bueno, nadie dijo que lo fuera… —Tiró las fotos a la basura. —De todas formas, ella no impedirá que yo me adueñe de todo.
—Es dueña de una tienda de flores; en su tiempo libre pinta o está con él.
Rebeca se sienta frente al espejo mientras su equipo le quita el maquillaje.
En unos días conocería a Víctor y, si las cosas se daban a su favor, lo más probable es que este hombre le hable de que no habrá nada entre ellos porque ya tiene a alguien, pero ya vería hasta dónde les duraría ese absurdo amor. Además, si ya tenía a alguien, ¿por qué no la ha hecho a ella su esposa? En las fotos se les veía muy cariñosos, así que está claro que ellos dos ya tienen un tiempo viéndose.
—Tu padre dice que por favor no seas imprudente con su vida.
—Lo sé, seré lo que él necesita para ganarme su confianza y amor, y verás cómo no me costará sacarla del camino.
Esa chica solo era una pequeña piedra en el camino de la cual no debía preocuparse; si seguía al pie de la letra su plan, todo daría frutos.
Una vez es libre de irse, se sube junto a Fabio a su auto, conduce hacia uno de los orfanatos en los que había quedado ir para hacer un evento que recaude lo necesario para hacer mejoras en las instalaciones. De momento se detiene en un semáforo, observa a su alrededor, escuchando cómo Fabio le comenta que no han logrado crear una excelente campaña de ayuda que les dé los resultados que buscan. Ella escucha atentamente, pero observa cómo una niña mira a su alrededor; se notaba perdida, por lo que no duda en bajarse del auto para ir con ella.
—¡Rebeca, ¿a dónde vas?!
Fabio la llama al verla correr hacia la vereda; además, justo cambia la luz verde y los autos detrás de ellos comienzan a pitar para que avance, por lo que no le queda más que pasarse al asiento del piloto y hacer a un lado el carro.
—Hola, preciosa, ¿te encuentras perdida?
La niña la mira y su expresión de miedo cambia por una de asombro. Frente a ella tenía a su modelo favorita; jamás pensó que la llegaría a conocer y menos en estas circunstancias. Había ido al parque junto con sus abuelos, pero de pronto los había perdido por alejarse de ellos y, entre tanta gente que había, no los había encontrado; por eso había tomado la decisión de ir al estacionamiento para que al final todos se terminaran encontrando ahí.
—Estoy bien, pero sí, estoy perdida. Estoy esperando a mis abuelos.
—Te sabes el número de alguno de ellos… —La niña asintió y le entregó el número de su abuela. —Muy bien, dame un segundo.
—¿Aló?
—Hola, ¿hablo con la señora…? —La niña susurra el nombre de su abuela. —¿Mirian?
—Sí, ¿Quién habla?
—Habla con Rebeca, he encontrado a su nieta aquí en el estacionamiento.
—Oh, por Dios, ¡mil gracias, ya vamos!
La llamada finalizó y solo les quedaba esperar a que ellos llegaran para ella poder irse. Rebeca puede notar la emoción en la niña al mirarla, por lo que le sonríe a la vez que le acaricia el pelo.
—No te preocupes, ya vienen tus abuelos.
—¡Gracias!
A lo lejos ve a una pareja correr a su encuentro y llaman a la niña con desesperación; la pequeña los abraza con emoción y se disculpa por haberse alejado cuando le pidieron especialmente cuidado.
—Muchas gracias por ayudar a mi nieta… —dice el abuelo de la niña.
—Es un placer. Bueno, ahora me retiro.
—Me gustaría agradecerte de alguna forma… —habla la señora.
—No se preocupen, el deber de todo adulto es ayudar a un niño.
La pareja sonríe y Rebeca por fin se despide, vuelve a su auto y no es necesario explicarle a su amigo lo que pasó porque lo vio todo. Continúan con su camino dejando atrás a la familia.
—¡Abuela, ella era Rebeca Flores!
—Conociste a tu ídola, estás de suerte… —le responde su abuela.
—Y no le pude pedir un autógrafo.
—No te preocupes, mi niña, ya será en otro momento… —La intenta tranquilizar su abuelo. —Además, ¿Qué tal si lo que sucedió hoy queda como secreto? Sinceramente, no tengo ganas de escuchar a tu padre darnos una cantaleta.
Mirian se ríe una vez han subido al auto; su hijo era muy sobreprotector con Alma, por lo que si se enteraba de que se les perdió por un segundo, iba a hacer un gran show.
—Está bien.
La niña estaba más que satisfecha con haber conocido en persona a Rebeca, y era como la prensa decía. Muy atenta y amorosa. No se conocían, pero ella se había preocupado y había sido muy cariñosa al tratar con ella.