Audrey Adkins una hermosa joven tiene el destino signado por una terrible enfermedad cardíaca que amenaza su existencia mientras cuenta los días que le quedan, pero cuando conozca al guapo y dulce Doctor Connor Evans sus esperanzas cobrarán vida sin saber a qué precio, uno pagado con sangre, muerte y un corazón para dos. ¿Podrá el hombre que amó a una mujer, amar a otra con el mismo corzón latiendo en su pecho? Un amor imposible y una nueva oportunidad en: Un Corazón para Dos, la Esposa Sustituta del Doctor.
Leer más— Lamento tener que darle esta noticia, y sobre todo en su caso, creo firmemente que una joven como usted debería tener más oportunidades, pero esto se escapa de mis manos, señorita Adkins. — El galeno dijo pausadamente y con un deje de amargura en la boca.
Audrey observó sus profundos ojos grises y esperó tensa a que sus labios se separaran de nuevo para terminar de hablar.
— Hemos llegado al punto de no retorno. Me temo que no hay otra solución…
— ¿A qué se refiere, doctor? — La chica rubia de hermoso y pálido rostro se inclinó hacia adelante en la silla, nerviosa por saber más.
El Dr. Connor bajó la vista sobre la superficie del escritorio, verdaderamente incómodo con la situación.
— Necesita un trasplante de corazón, no hay otra forma de solucionar su estado actual de salud…
— ¡Pero doctor, usted es un excelente médico! Yo sé que, con un buen tratamiento… ¡Quiero decir, haré todo lo que me diga!
— Lo sé, eres de los pocos pacientes que se apaguen religiosamente a las instrucciones, pero ya un tratamiento en tu caso no es posible, existe alto riesgo de arritmias letales, Audrey — Cambiando su todo y forma de dirigirse a ella, mientras la miraba dulcemente, odiaba esta parte del trabajo en la que debía dar tan malas noticias a alguien tan joven con la chica — El debilitamiento del músculo es… muy grave, me temo que solo yendo al siguiente nivel tendrás una posibilidad de vivir, lo siento mucho — con voz amable.
El rostro de la joven se trasformó y Connor estuvo tentado a levantarse y darle un abrazo para confortarla, pero sería inapropiado, había aprendido con los años de ejercicio médico a mantener sus sentimientos separados del trabajo, sin embargo, el verla así lo impulsaba a levantarse para consolar a la chica, apretó los puños e hizo acopio de su sensatez para no moverse un solo centímetro.
Inspiró profundo tratando de poner una coraza entre su paciente y su humanidad, mientras la hermosa chica que le inspiraba tanta ternura se desmoronaba frente a él.
Las lágrimas se abrieron paso en el rostro de Audrey sin permiso mientras lloraba en silencio, Connor le extendió una servilleta para que se secara el rostro.
— Hay algo más que debo decirte…
Ella levantó el rostro y su triste mirada golpeó a Connor directo en el pecho.
— Debido a su tipología sanguínea no será fácil hallar un donante.
— ¿Qué factores influyen en esto, doctor? — Ella quiso saber.
— Son varios: la salud de ambos, donante y receptor, la talla del donante debe coincidir con la tuya, la tipología sanguínea. Tú eres O RH-, eso es un problema, solo puedes recibir un trasplante de alguien O negativo…
— Comprendo, no es fácil…
— No, y en tu caso me temo que menos…
— Entiendo —Dijo estoica limpiándose la nariz.
— Debes mudarte a las inmediaciones del hospital, tienes que estar cerca en caso de que haya un corazón disponible.
— Eso no será problema, vivo a diez minutos de aquí.
Connor asintió con un leve movimiento de cabeza tratando de impostar una dulce sonrisa.
— Debes estar lista para cuando te llamen, ¡Completamente disponible!
Afuera, Loretta la esperaba caminando de un lado para otro.
— ¿Cómo te fue?
La rubia negó con la cabeza.
— ¿Qué significa eso?
— Solo con un trasplante tendré oportunidad… — La respuesta de Audrey sonó irreal para Loretta.
— No entiendo, ¡Eres joven!, ¡Eres hermosa, joder! ¡No puedes estar condenada de esa forma!
— Debo tener todo listo por si ocurre un milagro.
Loretta la miró con sorpresa.
— No tengo opción, aunque no es fácil encontrar un donante compatible.
Su amiga la abrazó cálidamente y la reconfortó por un rato. La quería, eran tan diferentes como el agua y el aceite, pero más unidas que un par de hermanas.
— Creo que iré a decírselo a John…
— No entiendo cómo ese troglodita puede hacer algo por ti ahora.
— Es mi novio, además, si tengo suerte de que consigan un corazón para mí, él debe saber todo lo que implica.
La morena negó enfática con la cabeza.
— ¡No me gusta, John, y lo sabes!
— Solo es un cabezota, nadie es perfecto.
Loretta llevó a Audrey en su auto hasta el Complejo Deportivo Universitario en donde estaba la Pista de Atletismo, la Piscina Olímpica y el Estadio en donde John jugaba un partido de fútbol americano. Era el Mariscal de campo, pero ya había terminado el partido y no quedaba mucha gente.
— ¿Te espero?
— No, esta conversación será larga, John me llevará a casa más tarde.
— Llámame si necesitas algo.
La rubia asintió, y luego caminó entre las gradas buscando a su novio mientras el frío comenzaba a soplar anunciando lluvia. Alguien le indicó que estaba en los camerinos, así que se dirigió hacia allá, pero se detuvo en seco ante los ruidos que venían de dentro, le pareció que había una pareja en plena faena amorosa, por lo que ya iba a darse la vuelta cuando lo escuchó:
— ¡Oh, nena! ¡Así, así!
Audrey sintió como si le hubieran lanzado un balde de agua fría y de inmediato el corazón golpeó su pecho.
— ¿John?
— ¡Maldición! ¿Audrey? — La voz del Mariscal chilló desde el otro lado y la rubia avanzó hasta tenerlos en frente.
John estaba desnudo mientras una chica exuberante se acomodaba a horcajadas sobre él sin nada más que sus bragas.
— ¿Qué carajos está pasando? — Audrey lanzó elevando la voz en una octava mientras algo presionaba con fuerza su pecho.
— Vamos, Audrey, hace mucho que ni siquiera tenemos se*xo, ¡No puedo tener lo que necesito por temor a que te infartes, o algo!
Audrey dejó caer su mandíbula sin dar crédito a lo que John decía.
— ¡No puedo creerlo! ¡No tengo la culpa de estar enferma!
— ¡Y tú no puedes culparme a mí por querer un poco de diversión de la que tú no me das!
— ¡Eres un canalla!
— Lo siento, pero lo nuestro ya no está funcionando.
— ¿Y cuándo lo descubriste? ¡Porque yo no me había enterado! — Ella dejó salir con impotencia y llevándose la mano al pecho por el dolor.
— ¿Lo ves? Tienes dolor, ¡Es la prueba de lo que te digo! No podemos ni siquiera discutir sin que estés al borde del colapso.
— ¿Sabes qué? ¡Esto se acaba ya!
— ¡Sí, porque ya no quiero volver a saber nada más de ti!
La rubia salió del lugar destrozada, mientras su corazón bombeaba descontrolado en su pecho, escuchó tras ella las risas de la pareja que continuó en lo suyo.
Afuera, sus lágrimas se mezclaban con la lluvia que había comenzado a caer sobre el campus. Caminó temblorosa sobre las charcas, con los ojos nublados y la cabeza dando vueltas. Se había hecho ilusiones con John, quizás demasiadas, ¡Pero era un idiota indolente!
El móvil sonó en su bolsillo y ella apenas si pudo responder.
— ¿Audrey?
— Lore, ¡Ven a buscarme!
— ¿Qué pasa?
— ¡Solo ven ya! — Alcanzó a decir entre sollozos antes de resbalarse en el borde de la Piscina Olímpica e ir a dar al fondo.
La rubia dejó caer el móvil e intentó volver a subir, pero no pudo, mientras más lo intentaba, más le jugaba en contra la fuerza de gravedad tirando de ella hacia el suelo.
No sabía nadar, desde niña tuvo el deseo de aprender, pero por su condición cardíaca nunca pudo hacerlo, ella intentó mantener el aire en sus pulmones dejando salir solo un poco, pero mientras más se acercaba al piso era más difícil hacerlo.
El agua se abrió camino por sus fosas nasales y luego comenzó a tragarla a bocanadas, mientras hacía esfuerzos desesperados e inútiles por regresar a la superficie. Movió los brazos y las piernas con todas sus fuerzas hasta quedar exhausta mientras la oscuridad la envolvía por completo.
El revuelo en Urgencias era total cuando la joven llegó prácticamente sin signos vitales.
— ¡Se hundió en una piscina! — Alguien gritó — ¿Cuál es el nombre de la paciente?
— ¡Audrey Adkins! — Loretta contestó — Es paciente del Doctor Evans.
— ¡Llamen al Doctor Evans!
Mientras el paramédico le hacía RSP para que reaccionara.
— ¡Aquí estoy! — El Doctor Connor se apresuró a evaluar la situación — Esta paciente está en lista para trasplante, ¡Necesitamos reanimarla de inmediato!
Dijo, tomando el control y retirando al paramédico, para terminar de hacer él mismo el trabajo.
— ¿Qué sucedió?
— Se cayó a la Piscina de la Universidad, yo… la encontré flotando en el agua… — Sollozó la morena.
— No está respirando — Observó otro médico.
De inmediato, Connor presionó su nariz, acomodó su cuello hacia atrás ligeramente y posó sus labios sobre los de Audrey para dar respiración boca a boca.
— ¡Vamos, Audrey! — dijo mientras hacía presión con fuerza sobre el pecho de la rubia e intercalaba con las respiraciones boca a boca — ¡Vamos, quédate conmigo!
Audrey se apresuró a acercarse a las llamas mirando por todas partes en busca de la llave, la divisó entre un monto de escombros que comenzaban a caer desde el techo, miró hacia arriba y una viga estaba a punto de desplomarse, si no conseguía sacar la llaver de ahí, ya después sería imposible.Miró hacia todos lados en busca de algo que la ayudara a alcanzarla y vio una de esas heraamientas en forma de tridente con la cual se recoge el heno, no sabía muy bien como usarla para la tomó por el cabo largo de mader y acercó los dientes con cuidado hacia donde estaba la llave, como pudo, incertó un punta en medio del aro del llavero y levantó la herramienta atrayéndola hasta ella, pero jjusto en ese momento, la viga cedió cayendo con todo su peso sobre la chica golpeándola fuerte en la cabeza.Para Audrey todo se volvió negro.—¡Audrey! ¡Audrey! — cuando ella levantó la cabeza y se llevó la mano a la frente sintió un líquido tibio y pegajoso que manchaba buena parte de su cara — ¡Audrey, ay
La rubia apenas si podía seguirle el paso a la enloquecida mujer a medida que ella avanzaba tirándola del cabello en dirección hacia las caballerizas, Audrey intentó mantener la calma hasta donde le fue posible, pero tan pronto estuvieron juntas a solas con la compañía de los equinos nada más, la mujer la lanzó al suelo sobre las pacas de heno dispuestas en una esquina.—¡Todo esto es culpa tuya! Te metiste en mi camino, hice todo lo que hice para alejarte y no comprendiste el mensaje, no te diste cuenta de que no te convenía acercarte a Connor, ¡A mí Connor! Ahora todo se ha acabado para mí, pero también para ti. No te dejaré salir ilesa de esto, y tampoco seré tan benévola como lo fuí con mi hermana, ¡Ah, no! A ti te dejaré vivir para que veas lo que pasará con Oliver, y también para que tengas que arrastrar con una existencia llena de desgracia, para cuando esto acabe, desearás que te mate, pero no, querida, no lo haré solo para que sientas en carne propia lo que es perder, y ¡De l
— ¿Y luego, que, señorita Bethany? — Hunter preguntó con ironía — Si no nos da al niño primero, no pondrá un pie fuera de esta propiedad — Le advirtió.— ¡Si no me da lo que le pido, no solo le cortaré el cuello a esta tonta, sino que nunca sabrán en donde está al mocoso! — Replicó.— Beth, ¿Por qué lo haces? Acaso, ¿No te he tratado como a una hermana? — Connor preguntó al borde de la desesperación.— Como a una hermana… ¡Ja! Nunca quise que me trataras como a una hermana, Connor, ¡Quería ser la que llevara la alianza en el dedo! Pero, en cambio, te enamoraste de la insípida de Rachel, una mujer tan básica como ella, tan predecible, tan… sosa…Connor tragó saliva al descubrir los oscuros sentimientos de Bethany por su hermana muerta.— Beth, ¿Cómo puedes decir eso de tu propia hermana? — confundido.— ¿Crees que esperé durante años a que te fijaras en mí solo para perder mi tiempo y mis esfuerzos? ¡No! Hice lo posible, ¡Y también lo impensable! Manché mis manos con la sangre de mi pr
— Audrey, escúchame — Connor se acercó a ella con cuidado, no sabía si la chica todavía estaba molesta con él por la situación del día anterior — Es ella, ¡solo Beth caminaría hasta el lugar más alejado de la propiedad en tacones!— Connor, estás haciendo una acusación ridícula, ella no puede haber planeado algo contra su propio sobrino — Audrey se echó para atrás un paso.— Necesito que busquen a la señorita Bethany en la propiedad, doctor, llame usted a su teléfono, debemos salir de las dudas — Ordenó Hunter mientras Audrey seguía negando con la cabeza sin que le entrara la idea de que la mujer había sido capaz de secuestrar al pequeño Oliver.Connor sacó el móvil del bolsillo y marcó a Beth, el teléfono sonó varias veces y hasta que ella respondió.— ¿Connor? Dime, ¿Qué necesitas?— ¿Dónde estás? — ÉL preguntó con tono seco y autoritario.La mujer sonrió de satisfacción, ahora la llamaba a ella, y solo con haber hecho un pequeño movimiento, ese plan le daría buenos resultados.— En
— ¿De manos atadas? ¿Qué quiere decir con eso? — Connor soltó al borde de la angustia.— Que, si el niño no está aquí, señor Evans, no será fácil seguirle la pista, dependerá de los secuestradores y de cuando se quieran comunicar, debemos actuar rápido.Connor soltó una maldición y se dejó caer en el sillón con el rostro entre las manos, mientras Hunter daba instrucciones a su equipo y se movilizaban rápidamente por las inmediaciones.— Doctor, Evans, sé que está muy preocupado, ¡Pero necesito esos planos ahora! — Hunter le dijo tocándole el hombro.Connor levantó la cabeza y su vista se dirigió hasta un estante cerrado de puertas de madera de caoba tallada.— Ahí — Dijo saltando de la silla — Ahí están los planos de la propiedad, pero habrá que sobreponerlos, mi padre le hizo adiciones a la casa principal, y la propiedad ha cambiado con el paso de los años, me preocupan los desagües de la laguna y la piscina, y también los de las caballerizas, se supone que todo está sellado, pero so
Audrey se quedó estupefacta. ¿De qué carajos estaba hablando Rosa?— ¿Cómo que Oli no está? pero… ¡Si lo dejé en la cama esta mañana! — Exclamó confundida — ¿Ya buscaste en la piscina?— ¡Sí!— ¿Y en las canchas? — Con un nudo en la garganta.— ¡También! — Aseguró la mujer del otro lado de la línea.— No pudo haber ido lejos, la mansión tiene mucha seguridad, ¡Debe estar en la propiedad! Hay que buscarlo con el personal de seguridad — Soltó como un tropel estropeando las palabras mientras corría hacia la salida del hospital.— Audrey, sé que tienes problemas ahora con Connor, pero ¿Vendrás a casa? — Rosa preguntó, se sentía desierta llevando a cuestas ella sola con la desaparición del niño, apenas había avisado a Connor y él iba en camino, y Beth… bueno, ni siquiera le había visto la cara en todo el día.— ¡Ni siquiera me lo preguntes, Rosa! Iré de inmediato, pero no esperes a que llegue, hay que buscarlo, puede haberse lastimado, o puede estar corriendo peligro — La rubia sentía como
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