Alejandra Marie Costa de Bonnet, ha vivido por muchos años engañada, por un solo hombre. Primero como novio luego se convirtió en su marido. Quien la forzó a fingir felicidad en un matrimonio que solo era de apariencia para la sociedad. Su esposo tiene una amante con quien se luce sin importarle los sentimientos de su esposa, convirtiéndola en el hazmerreír de una sociedad que se considera honorable en New York. Hombres adinerados que se creen con el derecho de doblegar a sus pobres mujeres reduciéndolas en un adorno más de su hogar. Pero esto está a punto de terminar el mismo día de su primer aniversario de bodas, Alejandra recibe el impulso que necesitaba para enfrentar su realidad. Pero ella no estará sola en esta tarea de demostrarle a su marido que ella dejo de ser su ingenua esposa que todo soporta. Solo tres años tenía para regalarle a su cobarde marido infiel. Sin importar lo que esto implica, está dispuesta hacer frente a su nueva realidad en compañía de un enigmático hombre que llega a su vida en el momento preciso. Pero Alejandra está equivocada si piensa que se librara fácilmente de su actual tormento Jonathan Bonnet, por lo que se ve sumergida en un triángulo amoroso entre su ex marido y un nuevo amor Richard Müller. ¿Quién se convertirá en el dueño de su corazón?. Las apuestas inician sin su permiso ¿Cuál de los apuestos caballeros tendrá el anhelado sí, acepto de Alejandra?
Leer másRichard Müller El silencio se instaló entre ambos, más pesado que cualquier palabra. Afuera, la ciudad brillaba con miles de luces, pero dentro de esta habitación la oscuridad parece más cercana que nunca. —Richard, no puedes caer en esa trampa, ni siquiera por nuestro bien, mi amor —suplica Alex con lágrimas —Escúchame, amor —susurro, solo para que nos escuchemos—. Ahora mismo no podemos darnos el lujo de elegir, Alex; por el bien de nuestra familia, debemos colaborar con Dubois. Aunque ese hombre opere en la sombra, no puede permitirse manchar su fachada de ciudadano intachable. Además, Jonathan está de por medio. Si Dubois deja que Mario nos dañe, él mismo estaría poniendo su cabeza en juego. —Confías en ese hombre —No confío en él, pero realmente no tenemos muchas alternativas, amor —susurro, apoyando mis labios en su frente—. Mientras Jonathan esté involucrado, Dubois mantendrá su palabra. Ese hombre se guía por códigos en su propio mundo, y romper un acuerdo tendría para él
Jonathan Bonnet El zumbido del avión vuelve a ser lo único que llena el aire, pero ya nada es igual. Nadie se atreve a hablar tras el descubrimiento de la señal de rastreo. Richard ordenó reforzar la seguridad interna de la cabina mientras Brayan desconectó el transmisor, pero la duda permanece flotando entre todos: alguien dentro del grupo permitió esto. Los rostros se evitan. Alejandra abraza a su hija en silencio, Marian observa a todos con sospecha, Brayan mantiene los brazos cruzados, listo para atacar al menor error. Gael y Darío, por su parte, parecen demasiado cómodos, como si disfrutaran del desconcierto. Richard se mantiene en pie, con el ceño fruncido, vigilando a cada uno como un lobo rodeado de posibles rivales. Finalmente, la voz del capitán interrumpe el silencio: —Señores, prepárense. Iniciamos descenso hacia Nueva York. Alejandra Marie Costa Respiro hondo, intentando calmar la ansiedad que me oprime el pecho. Afuera, por la ventanilla, comienzan a dibujar
Richard MüllerEl zumbido constante de los motores del avión es el único sonido que me permite organizar mis pensamientos. Miro a Alejandra dormida, con nuestra hija acurrucada en su regazo, y siento un alivio efímero. Hemos salido del pueblo, hemos burlado a Mario… pero sé que esto apenas es el inicio.Tessa se acerca, inclinándose con la naturalidad de alguien que nunca pierde el control: —Todo ha salido según lo planeado. Jonathan ya habló con Dubois; su gente nos espera en Nueva York. —Perfecto —respondo sin apartar la vista de mi familia—. Pero no confío del todo en Dubois, y mucho menos en la gente que Jonathan trae consigo. —¿Gael y Darío? —Menciona recordándome que ellos también no son de mucha confianza. Asiento con un gesto serio. —Sí. No dudo de sus capacidades, pero la lealtad es otra cosa. Y en este momento, lo único que no podemos permitirnos son fisuras dentro del grupo.Tessa se cruza de brazos, evaluando mis palabras con una sonrisa enigmática. —Entonces, ¿qué p
Richard Müller—¿Es seguro? —pregunto, buscando la certeza que explicara la identidad de ambos hombres en la vida de mi esposa.—Estoy completamente segura, no hay ninguna duda —afirma Tessa, mientras sostengo con firmeza la tableta entre mis manos.—Bien, esta información no la compartiremos con nadie, al menos por ahora. Lo primero es salir de este pueblo; necesito que estemos fuera del alcance de Mario.—De acuerdo; por ahora, solo dos personas conocemos la verdad. En cuanto a la salida, está todo listo, solo falta tu orden para partir. Jonathan se encarga de coordinar los últimos detalles, puedes confiar en que hará un buen trabajo —murmuró Tessa con una sonrisa burlona en los labios—. Jamás imaginé que ese burgués fuera capaz de dirigir esto como si tuviera experiencia militar.—Eso me tranquiliza —Tessa pone los ojos en blanco—. Entonces, prepáralo todo. Voy por Alex y mi hija; nos reuniremos en unos minutos.Al salir del salón, me dirijo a la habitación en busca de mi esposa y
Alejandra Marie CostaCierro la puerta de la habitación con suavidad, como si el mundo fuera a romperse si hago más ruido del necesario. Richard está de pie junto a la ventana, observando la oscuridad del exterior como si pudiera descifrar lo que se aproxima. No se gira cuando me oye entrar. Solo habla.—¿Te dijo algo?Asiento, aunque él no lo vea. —Dice que es mi hermano.—¿Y tú? ¿Le crees?Sus palabras no llevan reproche ni sarcasmo. Solo una calma forzada que oculta lo evidente: le duele preguntarlo. Porque todo lo que signifique pesar para mí, también lo es para él.—Una parte de mí sí —susurro—. No sé cómo explicarlo, Richard. No lo recuerdo… pero al escucharlo hablar, sentí algo. Como si mi cuerpo supiera antes que mi mente.Él asiente despacio, pero no se gira todavía. Eso me duele. Lo conozco: está tratando de procesarlo sin romperse.—¿Y Brayan…?—Está destrozado —me adelanto—. Pero no mintió. Lo que hizo por mí fue real. No importa si lo sabía o no… él me salvó. Por eso est
Alejandra Marie CostaRichard…Un suspiro de alivio escapa de mis labios mientras las lágrimas brotan sin control al ver a mi esposo en el umbral de la puerta. No llega solo; junto a él están Jonathan y Tristán, acompañándolo con paso firme.—Entonces, ¿él es realmente tu esposo? —pregunta Darío, mientras yo asiento, incapaz de ocultar las lágrimas que empañan mi mirada—. Está bien, pueden pasar.Darío quita el arma de su espalda invitándolos a pasar. Richard inmediatamente toma mi rostro entre sus manos estudiando mi rostro con ternura.—Mi amor estas bien —asiento —Nuestra hija también está bien…Marian, Lina…—Si estamos bien amor salimos ilesas gracias a Darío y Gael —Luego recuerdo que Richard no sabe quién es Gael —Gael es la persona que nos ayudó a salir del pueblo cuando llegaron esos hombres.Digo lamentándome por su bienestar porque él se quedó atrás para permitirnos escapar de los hombres que envió mi padre.—Lo se—¿Cómo lo sabes Richard? —Pregunto confundida por su respues
Último capítulo