El día del juicio había llegado.
Mariam estaba de pie frente a la ventana de su habitación, observando el jardín bañado por la luz de la mañana. Las flores se mecían con suavidad por la brisa, pero ella apenas lo notaba. Tenía la mente en otro lugar. Hoy era el día en que se haría justicia por todas las personas que habían sufrido a manos de ese hombre despreciable. Hoy era el día en que Claudia y Lucas recibirían algo de paz, aunque fuera en forma de un veredicto tardío.
Afuera, frente a la mansión, decenas de fans se habían reunido desde temprano. Habían creado un altar improvisado con fotografías de Claudia y Lucas, rodeadas de flores blancas, velas encendidas y mensajes escritos a mano que pedían justicia. El ambiente tenía un aire solemne, casi sagrado. Algunos lloraban, otros permanecían en silencio, con el rostro cargado de esperanza. Cada uno de ellos deseaba lo mismo: que el dolor de tantas víctimas no quedara impune.
Demian entró en la habitación sin hacer ruido. Se acercó p