Al ver que Bianca estaba a punto de llamar a su cuñada en público, Alessia le cubrió rápidamente la boca.
No podía permitir que Bianca la llamara cuñada delante de todos. Su condición de exesposa ya no podía ocultarse más.
—No grites —dijo Alessia.
Bianca emitió una serie de sonidos ahogados, parpadeó varias veces y luego asintió como si quisiera tranquilizarla. Solo entonces Alessia retiró la mano.
Apenas recuperó la libertad, Bianca se aferró cariñosamente a su brazo y, obediente, cambió sus palabras.
—Sia, estas personas deben estar ciegas. Lo que quieras de este centro comercial, yo te lo compro.
Un destello de diversión brilló en los fríos ojos de Alessia.
Sabía que Bianca quería apoyarla. Aunque no lo necesitaba, agradecía el gesto.
—Está bien —asintió Alessia.
Las acciones tan llamativas de Bianca dejaron claro para todos lo que estaba ocurriendo.
Resultaba que la señorita La Rosa era la verdadera cercana a la familia Carter, y la señorita Sisca Fraser no era más que una farsan