Enzo se quedó sorprendido un instante y mostró sus dientes blancos en una sonrisa.
—Nada mal. Después de todo, Nolan y yo éramos buenos amigos, así que naturalmente sé de tu situación, ya que él te odiaba tanto.
Alessia entrecerró los ojos. Aunque sentía que había algo raro en Enzo, su explicación resultaba razonable.
Había sido tan llamativa en el banquete de los Ramírez esa noche, que seguramente cualquiera que siguiera las noticias de sociedad ya sabría de su divorcio y de sus dos hijos.
Mientras ambos salían del callejón, un coche se detuvo justo a su lado.
La puerta se abrió, y de él bajó… ¡Dominic!
Cuando su mirada se posó en las manchas de sangre en el cuerpo de Alessia, sus ojos se oscurecieron.
Rodeó la parte delantera del coche y se acercó a ella, examinándola de arriba abajo.
—¿Qué pasó? ¿Cómo te manchaste de sangre?
—Señor Carter, tranquilícese, esa sangre no es de la señorita La Rosa. Pero, señor Carter, ya hemos solucionado todo lo que había que resolver. Su preocupación