Al terminar de hablar Sisca, los comentarios en la transmisión en vivo se llenaron de elogios hacia la actitud de Alessia y alabanzas a la supuesta amabilidad de Sisca.

Algunos incluso aconsejaban a Alessia que aceptara la realidad cuanto antes, que un patito feo jamás podría convertirse en cisne.

Sisca, en secreto, se regodeaba en su satisfacción.

Alessia ignoró todos esos comentarios burlones, devolviendo el teléfono prestado al hombre.

El hombre tomó el celular, el rostro enrojecido de emoción, y preguntó con ansiedad:—Señorita, ¿me podría dar su número de teléfono?

La mujer frente a él era demasiado hermosa. Cuando le pasó el móvil antes, sintió como si lo hubiera atravesado una descarga eléctrica.

Alessia lo miró de reojo y se disculpó fríamente:—Como puede ver, no lo traje conmigo.

No traer el teléfono no significaba no tener uno. Fue una negativa cortés, pero aun así, ser rechazado por una mujer tan bella era, en cierto modo, un honor.

El hombre no se sintió avergonzado en lo a