Bianca no pudo contenerse y empezó a explicarse. Pero a mitad de sus palabras, sintió que alguien le pisaba el pie debajo de la mesa.
Bianca levantó la mirada hacia Alessia.
Alessia bebía agua con expresión impasible, como si la persona de la que hablaban no fuera ella.
Bianca se mordió el labio. Parecía que su cuñada estaba muy disgustada.
—Bueno, ¿y cuál es la explicación entonces? —apuró Clara, cruzándose de brazos y soltando una risita sarcástica—. ¿No se te ocurre nada?
Bianca se sonrojó y estaba a punto de hablar de nuevo cuando el pie sobre el suyo presionó con más fuerza.
Al final, solo pudo dar un sorbo de jugo y decir con terquedad:
—No quiero hablar de eso.
—¿No quieres hablar? Eso es porque te sientes culpable —se burló Clara con una sonrisa victoriosa.
Bianca se atragantó, a punto de replicar, pero la abuela Carter intervino con severidad:
—Basta. Si no quieres comer, vete.
Con esas palabras, el silencio volvió a la mesa.
Alessia bajó los ojos, sonrió apenas y retiró disc