Después de la comida.
La abuela Carter tomó de la mano a Alessia mientras caminaban por el jardín.
Con una expresión llena de ternura, dijo:—Sia, cuando tengas tiempo, trae a tus gemelitas para que la abuela las conozca.
En el comedor, Clara había mencionado de repente su segundo matrimonio y los hijos, dejándola en una situación incómoda. Pero, para su sorpresa, su abuela no se lo reprochó en absoluto, al contrario, estaba deseando conocer a las niñas.
Alessia apretó los labios, conteniendo la agitación que le revolvía el pecho.
No podía llevar a las gemelas a la mansión de los Carter. Eso la haría decepcionar a su abuela.
—Niña tonta, ¿te preocupa que a Dom no le guste? —preguntó la abuela Carter con preocupación al ver que Alessia permanecía en silencio.
La culpa le pesó más fuerte, y con los labios temblorosos, solo pudo decir dos palabras:—¡Lo siento!
Ese “lo siento” contenía no solo el silencio que había guardado durante el divorcio, sino también la mentira con l