Sisca no pudo evitar sonreír para sí misma. Sus insinuaciones habían sido lo bastante claras, y Bianca era famosa por su odio hacia la maldad. Según la personalidad de Bianca, debería ponerse del lado de la justicia y desenmascarar de inmediato a Alessia.
Sin embargo, en el instante siguiente, Bianca apartó la mano con desdén y, con tono desafiante, espetó:
—¿Estás insinuando que mi cuñada empujó a la señorita Ramírez por las escaleras? Si tienes algo que decir, dilo claro y directo. Deja de andarte con rodeos. La señorita Ramírez estará loca, pero mi cuñada no. Ellas no tienen ni agravios ni disputas. ¿Por qué habría de empujarla?
Las palabras francas y arrogantes de Bianca fueron demasiado tajantes.
No solo el rostro de Sisca se tornó feo, sino que la expresión de Nolan también se ensombreció.
El semblante de Nolan se volvió tan negro como el fondo de una olla, y por un instante olvidó contenerse, preguntando con furia:
—¿A quién llamas loca?
Sisca palideció, fingiendo que estaba a