Emily
El sol se filtraba por las cortinas de la habitación cuando Emily despertó. Instintivamente, su mano buscó el otro lado de la cama, pero Christopher no estaba allí. Desde aquella noche en que habían compartido algo más que un techo, las cosas habían cambiado entre ellos. No de manera evidente para los demás, pero sí en los pequeños gestos, en las miradas furtivas, en el roce accidental de sus manos durante la cena.
Emily se incorporó lentamente, acariciando su vientre abultado. Los trillizos se movían con más frecuencia ahora, como si quisieran recordarle que el tiempo seguía avanzando inexorablemente. Siete meses de embarazo. Siete meses desde que Daniel se había ido para siempre.
Daniel. Su nombre ya no provocaba ese dolor agudo que solía paralizarla. Ahora era más bien una nostalgia dulce, el recuerdo de un amor que había sido real pero que pertenecía al pasado. Y eso la aterraba. ¿Estaba traicionando su memoria al permitirse sentir algo por Christopher?
—Buenos días —la voz