Christopher
La luz del amanecer se filtraba por las cortinas mientras observaba a Emily dormir. Su respiración era pausada, tranquila, como si por fin hubiera encontrado paz después de tantas tormentas. Los trillizos dormían en sus cunas, milagrosamente sincronizados en su descanso. Este silencio, esta calma, era algo que nunca pensé que tendría en mi vida.
Me levanté con cuidado para no despertarla y me acerqué a la ventana. El jardín comenzaba a despertar con los primeros rayos del sol, y pude ver cómo el rocío brillaba sobre las flores que Emily había plantado semanas atrás. Flores que simbolizaban un nuevo comienzo, una promesa de permanencia.
Durante años, el miedo había sido mi compañero más fiel. Miedo a no ser suficiente, a no estar a la altura de lo que mi padre esperaba, a vivir eternamente a la sombra de Daniel. Miedo a amar y no ser correspondido. Miedo a mostrarme vulnerable, a que alguien viera más allá de la coraza que había construido con tanto esmero.
Daniel siempre f