POV : Tercera persona
Habían pasado dos semanas desde aquella tarde en el centro comercial… dos semanas donde cada minuto fue una tortura para Olimpia, viendo cómo su mejor amiga se desvanecía poco a poco frente a sus ojos.
El cuerpo de Danika estaba cada vez más pálido, frágil como una hoja a punto de romperse. Los tubos que rodeaban su cuerpo no eran más que una triste muestra de cuánto necesitaba ayuda para seguir respirando, para seguir luchando.
Pero por dentro… por dentro Danika ya se estaba rindiendo.
Olimpia no se despegaba de su lado. Dormía en una silla incómoda junto a la cama, con la cabeza apoyada en el colchón y los ojos siempre hinchados de tanto llorar. Cada vez que abría los ojos y la veía ahí, inmóvil, le dolía el alma. Sentía que la vida se le escurría entre los dedos.
Danika se le iba de las manos.
Y no podía hacer nada.
Solo mirar. Llorar. Rogar en silencio que ocurriera un milagro.
Aquella tarde, justo cuando el cielo comenzaba a nublarse, Danika se movió ligera