POV: Olimpia Reinhardt
Estaba dando vueltas como una lunática en el hospital. Caminaba de un lado a otro del pasillo, con las manos en la cabeza, el corazón en la garganta y el alma hecha un puño. Tenía miedo… un miedo que me comía viva por dentro.
Miedo por Nika.
Mi Nika.
Solo había ido al baño. Solo eso. ¿Cómo se suponía que algo tan simple podía terminar así? ¿Cómo?
Recuerdo que fruncí el ceño en el restaurante, sentí que algo no andaba bien. El reloj pasaba, los minutos se estiraban, y ella no volvía. Así que me levanté sin pensarlo y fui directo al baño.
Y lo que encontré…
Dios mío.
Todavía me cuesta respirar cuando lo recuerdo.
Danika estaba tirada en el suelo, dentro del cubículo. Había sangre… mucha sangre. Le salía de la frente, del costado de la cabeza, y su cuerpo no se movía.
—¡No, por favor, no! —grité entre sollozos, sintiendo que el corazón se me rompía en mil pedazos.
Pensé que estaba muerta. Lo pensé. No respiraba, no abría los ojos, no reaccionaba.
Me lancé a su lado