A la mañana siguiente a medio día, Emma salió al jardín en busca de algún miembro de la familia, más no parecía haber nadie en la casa; nadie a excepción de Sandra. Esta se encontraba sentada a la sombra leyendo un poco, pero al verla dejo a un lado su libro.
—Emma, anda acompáñame un momento —le pidió un tanto aburrida.
—Me encantaría, pero tengo algunas cosas que hacer. Pensaba salir al centro, ¿sabes si Oliver está en la casa? —le preguntó pues de por si le era difícil salir por si sola y lo era aún más con Paul, especialmente ahora que sabía caminar.
—Me temo que no, salió con su padre y sus hermanos a la empresa —le respondió, dejando a un lado en definitiva su libro para interesarse en ella.
—Entiendo, ¿y Luisa? —indago, ya que esa sería su única opción.
—Tuvo que salir a arreglar unas cosas para una cena de negocios que tendrá lugar aquí en la casa y si la conozco bien aún falta mucho para su regreso —reconoció, viendo al fin la intranquilidad que parecía sentir.
—¡Valla! Creí