En ese instante, solo se echó hacia el frente para poner sus manos en el piso y hacer fuerza con estás para incorporarse, levantando así su pequeño trasero. Lo hizo hasta que estuvo de pie por sí solo, todo mientras el resto estaban distraídos en sus pláticas. Comenzó entonces a caminar él solo, aunque un tanto tambaleante. Al ver eso, todos se quedaron callados de pronto; viendo su gran hazaña. Daba pasos cortos y lentos, su andar era tan endeble que podía caer en cualquier segundo.
Oliver no perdió el tiempo para ponerse de pie e ir tras él, listo para sostenerlo en caso de ser necesario. No obstante, parecía tan preparado que no le hizo saber de su presencia, sino que solo estuvo ahí como un apoyo; tal como lo que estaría el resto de su vida.
Se hallaba a medio camino para alcanzar a su madre, cuando de pronto se detuvo y empezó a fruncir el ceño; claramente se preparaba para llorar y Emma lo sabía. Conocía muy bien esa expresión, estaba molesto; así que se dispuso a calmarlo.
—And