Sabía que no aria nada que dañará a Paul y por eso lo dejo al cuidado de Sandra; más no por eso podía olvidar con quién es que se vio.
—Bueno, pues no tienes razón alguna para sentirlos —le aseguro, bien consciente de lo que decía.
—¿En verdad no la tengo? —le cuestiono sin abandonar su actitud a la defensiva y es que se negaba a hacerlo.
—Después de lo que ha pasado entre nosotros, de todo lo que hemos vivido; creí que al fin me conocías. Tenía la esperanza de que no volvieras a dar nada por hecho, que al menos me brindarías el beneficio de la duda. Estaba segura de que las cosas entre nosotros iban por buen camino, que lo nuestro podría funcionar; pero... —se sintió cada vez más decepcionada de él, pero también de sí misma por albergar tantas esperanzas.
—Pero ¿qué? —le preguntó muy alterado.
—Eres un estúpido y nunca dejaras de serlo. Cuando dije que no tenías motivo para sentir celos, nunca dije que fuese por nosotros; que en dado caso no tenemos nada formal y eso lo sabes bien, m