Algunas horas después, Emma comenzó a despertar y los médicos le permitieron a Oliver pasar a verla. Dada la gravedad de lo que habían pasado tuvieron una consideración y permitieron que Paul entrara también.
Emma se sentía muy cansada; sabía que era el efecto del sedante que aún estaba en su sistema y es que había salido de una cirugía, podía reconocer muy bien las sensaciones. Tenía la mente tan embotada que no podía recordar nada de lo que había pasado y es que todo le era muy confuso.
Entonces de pronto escucho como la puerta se abría y creyó se podía tratar de alguna enfermera, más cuando sintió unas pequeñas manos cálidas en su rostro supo que no era así. Al abrir los ojos vio a su lado en la cama a Paul, quién la veía con una radiante sonrisa.
—Mamá —la llamo con alegría.
—¡Paul! Mi vida me parece que estoy soñando, no puede ser de otra forma —dijo, recordando entonces lo que sucedió; que Barbara tenía a su hijo.
—Este no es ningún sueño, es nuestro hijo. Él está aquí de vuelta