En ese momento y aún en contra de sus objeciones abrió la puerta de la recámara, encendiendo la luz y dejando a la vista de todos la completa locura de Barbara. Las paredes estaban tapizadas por completo con fotografías de su familia, pero en especial de él, Emma y su hijo. No solo eran fotografías públicas de las redes sociales o periódicos, sino de vigilancia.
Aparentemente había estado siguiéndolos muy de cerca por algún tiempo, espiando todo lo que hacían y decían; lo cual era sin duda escalofriante. Había fotografías de ellos besándose, rayadas con tinta roja que parecía sangre y eso era horrible. Claramente tenía una obsesión malsana con ellos y eso la volvía muy peligrosa.
Los padres de esta quedaron verdaderamente impresionados ante lo que tenían frente a sus ojos y es que jamás se esperaron algo como eso. Aquello era una clara prueba de la locura que estaba presentando su hija y de la cual no se habían dado cuenta antes. Lo dicho por Oliver ahora no sonaba más como un invento