Ante tal escándalo los padres de Barbara bajaron de sus habitaciones en pijamas, preocupados por lo que estaba pasando y es que todo ese escándalo les había despertado.
—¿Oliver? —le llamo Luis, una vez lo reconoció.
—¿Qué haces aquí y porque estás gritando de esa forma? —indago Tamara una vez antes este, furiosa por todo aquel escándalo en su casa.
Oliver, en cambio, le dio poca importancia a su molestia y es que tenía cosas mucho más importantes de las que preocuparse.
—¿Dónde está Barbara? —les preguntó en su lugar.
—Primero que nada, cálmate; no sé qué te ocurre, pero no puedes venir a nuestra casa a mitad de la noche a actuar de esta forma. Ahora te pido que te marches —exigió Luis, comportándose de forma cortes como siempre; más en esa ocasión también se mostró severo.
—No me iré hasta haber hablado con Bárbara —respondió con toda seguridad y es que no había poder humano que lo sacase de ahí sin haber conseguido lo que necesitaba.
—Tú la has dejado, has roto tu compromiso con el