Mundo ficciónIniciar sesiónDios, cómo la tengo que cuidar… pensó Valeria, sintiendo un ardor protector que siempre la ponía en modo “hacer lo que sea necesario”. No voy a permitir que se hunda por un tipo que ni se merece su tiempo. Si quiere llorar, llorará de felicidad después de que le recuerde lo increíble que es.
—No quiero conocer a nadie —susurró Isabella—. Ni halagos, ni coqueteos… nada.
—Perfecto —dijo Valeria, fingiendo solemnidad—. Entonces solo tomas, bailas un poco y me miras a mí coquetear. Uso libre de daños, acompañante moral incluida y cero riesgos de compromisos.
Isabella rio, una risa pequeña, casi automática.
Siempre sabe cómo hacerme sentir menos rota… aunque sea por segundos —pensó Isabella, mientras sentía un ligero calor en el pecho.
—Valeria







