No queda nadie

—Señor mire —dijo un hombre, y por la puerta del despacho entraron Estela y Lia, aún amordazadas.

—Mamá —dijo Antonio con sufrimiento y de prisa le quitó las cuerdas a Estela.

—Hijo pensé que me habías olvidado, como a esa muchacha —dijo Estela, refiriéndose a Cala.

Blake la miró a los ojos, logró encontrar la mirada de Estela y con la simple vista profunda le hizo ver que la odiaba, que odiaba como se expresaba de Cala y odiaba tenerla frente a él, Lia no dijo nada solo estaba horrorizada con la mirada en el suelo.

—Matalo, y vámonos de aquí —ordenó Antonio.

—No tan rápido —dijo Bruno y levantó su arma —sabes, odio a las familias, odio tener hermanos y odio eso que tienen ustedes… lo que sea que tengan —gruñó.

—Así que, prefiero seguir solo —Bruno disparó y Antonio cayó al suelo, gritó de dolor, y comenzó a retorcerse sobre la madera.

—¡No!, hijo —gritó Estela, quien se arrodillo de prisa.

—Mamá —replicó Antonio con esfuerzo mientras la sangre salía de su boca, Lia comenzó a g
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