Blake, Santiago y Cala habían vuelto a la mansión, el ambiente era hostil, Cala incluso por un momento olvidaba lo bien que se había sentido en aquella tienda, en su mente no hacía más que dar vueltas, imaginando, a ese hombre llamar “zorro” a Blake. Bajaron de la camioneta, subieron las escaleras el descanso y de nuevo más escaleras, entraron a la finca, Bruno y Lorenzo esperaban en el recibidor, en sus rostros se podía ver la angustia, Cala no entendía nada, pero sabía que no había forma alguna en la que en ese momento pudiera enterarse de lo que pasaba.
—El cerdo ese, está de vuelta en la ciudad —dijo Santiago entrando al final, Bruno lo miró, y luego señaló a Cala con la misma mirada. Cómo si indicará qué debía guardar silencio hasta que Cala se apartara.
—Está noche habláremos, vuelve a tú habitación —ordenó Blake de inmediato, sin siquiera mirarla a los ojos, pero ella supo que esas palabras eran para ella.
Cala asintió con la cabeza, sumisa y realmente extrañada, no tenía