Luego de esa primera vez, él desapareció por el resto del día y yo permanecí todo el tiempo en la cama, mirando al techo, sin decir una palabra, tratando de recuperar fuerzas y procesar lo que había ocurrido entre él y yo.
Había vivido hasta ese momento esperando conocer a un buen hombre al cuál me hiciera feliz entregarme, pensando que solo con él podría disfrutarlo. Pero, las cosas habían resultado muy diferente a mis planes. Un tipo molesto, al que despreciaba y al que parecían faltarle 2 pares de tornillos en la cabeza, había tomado mi virginidad y yo no había podido detenerlo.
Lo que era peor, ¿lo había disfrutado? A pesar del dolor, el desprecio y rechazo, ¿acaso había gozado que me tomará?
Por la noche, finalmente expiré hondo y con las piernas débiles, me levanté para darme una ducha, con la intención de borrar sus huellas y todo rastro suyo de mí. No obstante, cuando salí de la bañera y, envuelta en una toalla, dejé el baño, lo encontré esperando por mí sentado al borde de