Para Camila García, la vida no ha sido nada sencilla con la enfermedad su madre. Al encontrar la manera poder cubrir los gastos hospitalarios. A cambio de subrogar su vientre; no lo dudará ni un minuto. Sin embargo, un cambio de decisión, la hará estar en aprietos, al notificarle que ya no desean que continúe con embarazo, por lo que tendrá que tomar una decisión que, cambiará su vida. William Ellios es un hombre exitoso, que no se involucra sentimentalmente en ninguna relación, hasta que, una pequeña de ojos azules como los de él, se presenta en su oficina, para informarle que es su papá y necesita de su ayuda para cuidar a su mamá. Su corazón, se destabilizará por completo, al reconocer una marca familiar en ella. Sabe que no puede tratarse de una broma, sino de un engaño y hasta de un robo. Cosa que no estará dispuesto a perdonar, ni dejar pasar por alto, por lo que hará todo lo que está en sus manos, para recuperarla, incluso pagarle a aquella fémina de la misma manera. A pesar de que sabe que la pequeña Ivy, adora a esa mujer como a su madre y que su mayor deseo en la vida, es que vivan juntos. Sin poder imaginarse que ambos tienen más cosas en común, de lo que parece. ¿Podrá William cumplirle el sueño a Ivy? ¿Qué sucederá cuando William conozca la verdad? ¿Será cierto eso que dicen que del odio al amor solo hay un paso? Número de registro en Safe Creative: 2302093462184. Prohibida su reproducción parcial o total. Registrada el Instituto de la Propiedad Intelectual ©Xinova Escritora, 2022
Ler maisLos Angeles, California.
—Vengo a decirle que ya no habrá trato —indicó el hombre enviado por la familia Ellison. En cuanto ingresó a la humilde vivienda, hizo una mueca de desagrado al sentir repugnancia, de la sencillez del lugar.
Al escucharlo hablar, Camila se llevó las manos a su pecho, apenas hacía unas cuantas horas, que acababa de llegar del funeral de su madre, la única persona que tenía en el mundo, y no estaba preparada para recibir otra mala noticia.
— ¿Qué quiere decir? —cuestionó sin poder comprender.
Guardó silencio unos segundos, y colocó en la vieja mesa un sobre que llevaba consigo. No pudo evitar escudriñar con su fría mirada, lo mal que se veía el interior del lugar, los pocos muebles que había estaban muy desgastados, y los muros parecían que en cualquier momento se caerían a pedazos.
Se acercó y le entregó un documento que había firmado, unos meses atrás.
—Las cosas cambiaron —expuso con seriedad—, ya no van a necesitar de tus servicios, por lo que han decidido desistir de la negociación.
Los ojos, color miel de la chica, se abrieron de par en par al escucharlo.
— ¿Pueden hacer eso? —preguntó sintiendo que su barbilla temblaba.
—Por supuesto que, sí —contestó de inmediato—, si lees bien el contrato que firmaste, sobre la maternidad subrogada; hay una cláusula en la que dice que si se llega a falsear información, la familia interesada, puede romper toda negociación en el acto —mintió al haber agregado algunos puntos, después.
La chica tomó asiento, sintiendo que le faltaba el aire.
—Jamás he mentido, me sometí a todo tipo de estudios que ellos me solicitaron, hice lo que creyeron conveniente para la bebé, seguí sus reglas al pie de la letra.
Aquel hombre elevó su oscurecido rostro con altivez.
—Solo te olvidaste mencionar que, tu madre se dedicaba al oficio de la prostitución, pequeño detalle para ti, pero que, para el señor y la señora Elisson les pareció algo muy grave —dijo presionando su dentadura.
Camila se llevó las manos a su pecho.
— ¿Cómo lo supieron? —cuestionó agitada—, eso era algo que solo le pertenecía a mi mamá, no tengo derecho a revelar su vida privada.
—Demasiado tarde. —El hombre se exaltó interrumpiéndola—. Quiero recordarte que si te atreves a hablar con alguien sobre esto, te meteran a la carcel, al violar las clausulas del contrato, y al romper el convenio de confidencialidad —inquirió de manera intimidante. — ¿Te quedó claro? —indagó.
La joven abrazó su vientre, como si intentara proteger al pequeño producto que apenas crecía en su interior, de la feroz mirada de ese hombre, evitando que la atravesara y llegara hasta aquel indefenso ser.
—Ahora, solo necesitamos encargarnos de una cosa —expusó y sacó del interior del bolsillo de su jersey, un folleto—, se te agendó una cita para mañana en esta clínica, para deshacerse del problema y que no quede rastro alguno. —Clavó sus ojos en ella—. Si no deseas problemas, más vale que hagas todo lo que se te pide. —Cuadró su robusto cuerpo, dejando en claro su superioridad ante ella.
La mirada de Camila se cristalizó, retrocedió un par de pasos.
Aquel despiadado hombre ladeó los labios con discreción, al saber que acababa de lograr su propósito, intimidarla. Tomó un rollo de billetes y lo colocó sobre la pequeña mesa.
—Esto es todo lo que obtendrás de los Ellison. —Miró su reloj y luego volvió a mirarla—. Mañana estaré aquí a las 9:00 de la mañana.
En cuanto el hombre se retiró, el pecho de Camila ardió, su respiración se entrecortó ante el fuerte llanto que la embargó. A pesar de haber subrogado la maternidad, pensando que con el dinero que recibiría podría salvarle la vida a su mamá, pero no lo logró.
Recargó su dorso sobre un muro y se dejó caer al suelo, sus temblorosas manos tocaron su vientre aún plano, y de pronto se dio cuenta, que lo único que le quedaba en el mundo, era ese pequeño; sin embargo, no le pertenecía, pero al final de cuentas, crecía en su interior y saber que aquella cruel familia deseaba deshacerse de él, le provocó aún más dolor.
¿Habrá algo que pueda hacer por ti?, la sola idea de someterse a un aborto, hacía que la piel se le erizara. Aunque tenía prohibido encariñarse de ese bebé. Con el solo hecho de saber que crecía en su interior y que dependía de ella por completo para desarrollarse, le hacía resistirse a que le arrebataran la vida. Ahora que su mamá ya no estaba, tenía la necesidad de aferrarse a algo o a alguien, para no dejarse vencer.
Dos años después.Miami, Florida.William caminó sosteniendo de la mano a su pequeño Liam, como le decían para no confundirse, hacia la mesa en donde desayunarían, lo sostuvo entre sus firmes brazos y lo colocó en la silla para niños y lo colocó con cuidado ahí.— ¿Quieres un poco de fruta? —indagó mirando a su hijo.El pequeño movió su cabeza y afirmó.— ¡Mamá! —exclamó con emoción al ver que se acercaba Camila hacia ellos, retirándose el hermoso sombrero que llevaba. — ¿Necesitas ayuda? —indagó.—No, lo tengo todo bajo control —explicó—, aguarda con Liam —solicitó acercándose a robarle un tierno beso en los labios. Camila sonrió ante aquella pequeña muestra de afecto que le dio su esposo, haciendo que suspirara al saber que estaba loca de amor por él. Al regresar Guillermo de la barra de alimentos le entregó un vaso con jugo de naranja.Mientras ambos observaban comer al pequeño Liam, de casi tres años de edad, se acercaron a ellos, Mark, Tiana y su pequeña de dos años Ava, la luz
Seis meses después. Frente al espejo de su habitación, Camila acomodaba algunos mechones del peinado semirecogido que se había realizado, luciendo cabellera a la altura de sus hombros, aflojo el trenzado que llevaba en forma de corona y aplicó un poco de spray. Inmediatamente después procedió a colocarse el ceñido vestido en seda chiffon tono azul eléctrico que había elegido, para ese momento tan especial. Desvió su vista hacia la puerta, al ver que William abrió, la forma tan penetrante en que la miraba, le hizo que su piel se estremeciera, no se atrevió a decir nada, disfrutó de aquella caricia que le regaló, sin la necesidad de tocarla. — ¿Qué tal me veo? —cuestionó llena de nerviosismo. — ¿Crees que este sea el vestido correcto para el evento al que vamos? Su esposo estaba a punto de responder, pero ella no se dio cuenta al girar hacia el espejo para mirarse una vez más—. Tengo otras opciones. —Señaló hacia la cama, la cual se encontraba con una gran pila de diferentes opciones.
Camila se detuvo sobre el umbral de la antigua Catedral de San Patricio, no podía creer que la fecha fijada, había llegado, elevó su mirada hacia los techos extremadamente altos acompañado de arcos apuntalados. Resopló, sin poder creer que la boda sencilla y pequeña que deseaba, se había convertido en un evento de interés social, los medios estaban afuera de la iglesia, deseando llevarse la nota.Tampoco podía creer que William hiciera hasta lo imposible por desposarse justamente ahí, en un lugar lleno de decoraciones lujosas y ornamentadas.Al escuchar la marcha nupcial comenzó a caminar a pasos lentos por la larga alfombra roja, percibiendo como su corazón latía desbocado de la emoción que sentía. Observó un sin fin de personas entre las bancas, todos invitados de su prometido. Esbozó una cálida sonrisa al encontrar en la parte del frente del templo a las personas que eran más importantes para ella: Lucía con Henry, Marc y Tiana, además de Natasha con el pequeño Will.Sus pupilas se
Lucía se estacionó y descendió del vehículo, cerró la puerta de un fuerte azotón, limpió sus lágrimas, y caminó hacia la entrada de la casa de Camila. Henry estacionó su motocicleta y corrió hacia ella, la sujetó de uno de sus brazos.—Tenemos que hablar —solicitó—, no quiero perderte —manifestó con su pecho agitado.—Tampoco yo, pero no deseo que mi vida dependa de ti. Tener que identificar tu cadáver, porque la obsesión de una venganza, te ganó.Henry inhaló profundo, y cubrió con las manos sus labios.—No me perderás, lo prometo. —Colocó ambas manos sobre su rostro, confía en mí—. Te amo —expresó con voz temblorosa.—También te amo, y me aterra tener que vivir el resto de mi vida sin ti —se aclaró la garganta—, pregúntate a ti mismo qué es lo que buscas ¿justicia o venganza?, porque son palabras muy distintas.Un fuerte pinchazo lo estremeció, todo lo que acababa de descubrir había destapado en él una sed de venganza que no podía contener, sacó su móvil para responder una llamad
Las prendas volaban por toda la habitación en la que William y Camila se encontraban. Los dulces jadeos de su chica se escuchaban como delicadas notas para sus oídos, las cuales, armonizaban de manera excitante el interior, ante las ardientes caricias él le provocaba.No eran necesarias las palabras entre ellos, la gran conexión que habían alcanzado, después de tantas complicaciones, hacían que se entendieran de una forma única, haciendo que el amor que se tenían creciera cada día más. Fuertes chispazos, chisporrotearon como llamaradas ardientes. Camila dejó caer su cuerpo completamente laxo, después de llegar a la cúspide.—Hay una cosa que nos falta por hacer —expresó mirando su sortija.— ¿Qué cosa? —indagó él.—No hemos fijado fecha para la boda. —Ladeó los labios, al tiempo en la que una de sus manos prosiguieron acariciando su magro cuerpo.— ¿Te parece la próxima semana? —cuestionó Will.— ¡Estás loco! —exclamó Cami—, es muy poco tiempo.—No para mí, necesito más tiempo.— ¿En
— ¿Acaso lo dudas? —Camila esbozó la más bella de sus sonrisas. — ¡Por supuesto que deseo casarme contigo! —exclamó con alegría—, aunque no necesitamos de un papel para estar juntos. —De un papel no, pero sí, de algo que nos una más allá de las cosas de este mundo —sonrió—, después de todo lo que vivimos, me encantaría tener un vínculo que me ate espiritualmente a ti. —Colocó el fino diamante en oro blanco, con pequeñas incrustaciones alrededor de pequeñas piedras brillosas, coronando con un gran diamante reluciente. Las pupilas de la joven se dilataron al observar aquel símbolo como promesa de que tendrían un futuro pleno, juntos. —Valió la pena esperar por esta propuesta. —Se aferró a su cuello en cuanto se puso de pie—. Te amo William Ellison, desde el día que te conocí, cuando comenzamos con los trámites del vientre subrogado, me pareciste el hombre más apuesto, que jamás había visto en mi vida. William ladeó los labios y la estrechó con fuerza hacia él. —Lamento tanto que mi
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