TE INFORMO QUE ERES MI PAPÁ
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Por: Xinova Escritora
CAPÍTULO 1. DEMASIADO TARDE

Los Angeles, California.

—Vengo a decirle que ya no habrá trato —indicó el hombre enviado por la familia Ellison. En cuanto ingresó a la humilde vivienda, hizo una mueca de desagrado al sentir repugnancia, de la sencillez del lugar.

Al escucharlo hablar, Camila se llevó las manos a su pecho, apenas hacía unas cuantas horas, que acababa de llegar del funeral de su madre, la única persona que tenía en el mundo, y no estaba preparada para recibir otra mala noticia. 

— ¿Qué quiere decir? —cuestionó sin poder comprender.

Guardó silencio unos segundos, y colocó en la vieja mesa un sobre que llevaba consigo. No pudo evitar escudriñar con su fría mirada, lo mal que se veía el interior del lugar, los pocos muebles que había estaban muy desgastados, y los muros parecían que en cualquier momento se caerían a pedazos.

Se acercó y le entregó un documento que había firmado, unos meses atrás.

—Las cosas cambiaron —expuso con seriedad—, ya no van a necesitar de tus servicios, por lo que han decidido desistir de la negociación.

Los ojos, color miel de la chica, se abrieron de par en par al escucharlo.

— ¿Pueden hacer eso? —preguntó sintiendo que su barbilla temblaba.

—Por supuesto que, sí —contestó de inmediato—, si lees bien el contrato que firmaste, sobre la maternidad subrogada; hay una cláusula en la que dice que si se llega a falsear información, la familia interesada, puede romper toda negociación en el acto —mintió al haber agregado algunos puntos, después.

La chica tomó asiento, sintiendo que le faltaba el aire.

—Jamás he mentido, me sometí a todo tipo de estudios que ellos me solicitaron, hice lo que creyeron conveniente para la bebé, seguí sus reglas al pie de la letra.

Aquel hombre elevó su oscurecido rostro con altivez.

—Solo te olvidaste mencionar que, tu madre se dedicaba al oficio de la prostitución, pequeño detalle para ti, pero que, para el señor y la señora Elisson les pareció algo muy grave —dijo presionando su dentadura.

Camila se llevó las manos a su pecho.

— ¿Cómo lo supieron? —cuestionó agitada—, eso era algo que solo le pertenecía a mi mamá, no tengo derecho a revelar su vida privada.

—Demasiado tarde. —El hombre se exaltó interrumpiéndola—. Quiero recordarte que si te atreves a hablar con alguien sobre esto, te meteran a la carcel, al violar las clausulas del contrato, y al romper el convenio de confidencialidad —inquirió de manera intimidante. — ¿Te quedó claro? —indagó.

La joven abrazó su vientre, como si intentara proteger al pequeño producto que apenas crecía en su interior, de la feroz mirada de ese hombre, evitando que la atravesara y llegara hasta aquel indefenso ser.

—Ahora, solo necesitamos encargarnos de una cosa —expusó y sacó del interior del bolsillo de su jersey, un folleto—, se te agendó una cita para mañana en esta clínica, para deshacerse del problema y que no quede rastro alguno. —Clavó sus ojos en ella—. Si no deseas problemas, más vale que hagas todo lo que se te pide. —Cuadró su robusto cuerpo, dejando en claro su superioridad ante ella.

La mirada de Camila se cristalizó, retrocedió un par de pasos.

Aquel despiadado hombre ladeó los labios con discreción, al saber que acababa de lograr su propósito, intimidarla. Tomó un rollo de billetes y lo colocó sobre la pequeña mesa.

—Esto es todo lo que obtendrás de los Ellison. —Miró su reloj y luego volvió a mirarla—. Mañana estaré aquí a las 9:00 de la mañana.

En cuanto el hombre se retiró, el pecho de Camila ardió, su respiración se entrecortó ante el fuerte llanto que la embargó. A pesar de haber subrogado la maternidad, pensando que con el dinero que recibiría podría salvarle la vida a su mamá, pero no lo logró.

Recargó su dorso sobre un muro y se dejó caer al suelo, sus temblorosas manos tocaron su vientre aún plano, y de pronto se dio cuenta, que lo único que le quedaba en el mundo, era ese pequeño; sin embargo, no le pertenecía, pero al final de cuentas, crecía en su interior y saber que aquella cruel familia deseaba deshacerse de él, le provocó aún más dolor. 

¿Habrá algo que pueda hacer por ti?, la sola idea de someterse a un aborto, hacía que la piel se le erizara. Aunque tenía prohibido encariñarse de ese bebé. Con el solo hecho de saber que crecía en su interior y que dependía de ella por completo para desarrollarse, le hacía resistirse a que le arrebataran la vida. Ahora que su mamá ya no estaba, tenía la necesidad de aferrarse a algo o a alguien, para no dejarse vencer.

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