CAPÍTULO 47 — Isabella y sus dos maridos
El camino hacia la oficina se le hizo eterno. Isabella conducía con las manos tensas sobre el volante, mirando la calle sin verla. Todo lo que había intentado enterrar durante años, todos los recuerdos que había querido borrar, se habían despertado de golpe después de ver nuevamente a Alex en su casa.
Esa sonrisa, esa manera de observarla con calma, ese tono de voz.
Era Alejandro. Hace tiempo que no le quedaban dudas.
Aunque él ahora no lo recordara, aunque para él fuese otro hombre.
El aire dentro del auto se volvió pesado, como si cada pensamiento le restara oxígeno. Bajó la ventanilla, intentando despejarse, pero la brisa solo trajo consigo el eco de un pasado que ya no podía contener.
Y entonces, como una ráfaga, los recuerdos regresaron.
Tenía dieciséis años.
Era una tarde soleada y húmeda, de esas en que el uniforme escolar parecía sofocar. Isabella caminaba junto a sus amigas Camila y Valeria, riendo por cualquier tontería. El timbre del