—¿Sucede algo malo, Nelly? —preguntó Melody, la voz cargada de preocupación, como si pudiera leer hasta el último rincón de su alma.
Nelly sintió todas las miradas sobre ella; cada par de ojos era una chispa que la quemaba desde dentro.
Su corazón se agitaba, acelerado, como si quisiera escapar de su pecho.
Quiso esconderse, desear desaparecer. Negó con la cabeza, aunque su voz temblaba, apenas un hilo de palabras:
—Lo siento… solo estoy un poco nerviosa.
El aire se hizo denso, pesado, cargado de secretos que ella no podía pronunciar.
Melody le sonrió con suavidad, intentando aliviar esa tensión que colmaba la sala.
—Debo irme, me alegro de que estés mejor, Nelly. Mel, recuerda que mañana es la fiesta de lanzamiento —dijo, y se giró para marcharse.
Demetrio permaneció unos segundos paralizado, sus pensamientos girando en un torbellino. La coincidencia del evento le resultaba extraña, casi como si todo estuviera planeado: su propio lanzamiento, al mismo tiempo y en el mismo lugar que e