Los años pasaron con rapidez y, aunque los tres jóvenes habían cambiado en apariencia y experiencia, la conexión entre Fernando, Marcos y Adrián se mantenía intacta. Se graduaron, cada uno con sus logros y sueños, y la idea de emprender juntos comenzó a tomar forma con más fuerza que nunca. Querían construir algo propio, algo que uniera sus talentos: Marcos con su responsabilidad y visión estratégica, Fernando con su creatividad y visión de negocios, y Adrián con su espíritu conciliador y capacidad de liderazgo.
Era un día soleado, perfecto para salir de la rutina y buscar terrenos que pudieran convertirse en el corazón de su futura empresa. Reían, comentaban ideas, medían espacios y se imaginaban oficinas, salas de reuniones y espacios para innovación. La emoción en sus rostros era evidente; sentían que todo estaba a punto de comenzar.
Fernando conducía mientras Marcos revisaba un plano de los posibles terrenos, y Adrián, con su característico entusiasmo, señalaba lugares y comentaba