En su noche de bodas, Lily es acusada de ser infiel y Pablo, su esposo, fallece en un misterioso accidente. Cinco años después, ella vuelve para recuperar lo que es suyo y asegurar el futuro de sus hijas, pero Pietro Vermont no está dispuesto a ignorar los sucesos de aquella noche, ni aunque los muertos se levanten de sus tumbas.
Leer másLily estaba parada delante del espejo en la habitación, tan feliz.
Todo en ese día había sido perfecto.
Con una sonrisa, aliso los pliegues de su largo y blanco vestido de novia.
“¿Debería quitármelo?”
Pero había soñado con el momento en que su recién casado esposo le quitaría él mismo su vestido de bodas, "cuando todo el ruido en el salón cesara y finalmente, estuviéremos solos los dos en la habitación que compartiremos por el resto de nuestras vidas"
Lo esperaba desde hacía tres horas.
Cuando al fin estuvieran solos los dos.
Pensándolo de nuevo, sería mejor darse una ducha y cambiar su ropa. Pablo estaría exhausto después de todo el trajín del día y la ceremonia.
Cuando estaba a punto de ir al baño, alguien golpeo a la puerta.
- Señorita, el Señor Vermont le envía esto, dice que un jugo de naranja sería bueno mientras espera por él a que termine sus negocios con un socio de la compañía que asistió a la boda.
- Gracias – tomo la bandeja con el jugo - ¿Sabes si demorara mucho más?
- No me atrevería a preguntar Señorita Loren – la camarera respondió con una mueca de disgusto.
Lily siempre se sentía incómoda en aquella casa cuando Pablo no estaba con ella, todos los protocolos para las personas en la mansión la hacían sentir fuera de lugar.
- Está bien, lo siento por incomodarte.
Aunque pudiera dudar de si alguien como ella, algún día, podría ser parte de una familia como esa, nunca dudo del amor de su esposo por ella.
Incluso en un momento como ese, después de un largo día y en medio de una reunión, él pensaba en ella y le enviaba ese jugo.
Bebió todo el contenido de la jarra y retomó el camino al baño.
Se sintió mareada.
Terminar la ducha y cambiarse fue todo un desafío.
Se acostó calmando su mente ansiosa, debería intentar descansar un poco.
No era obligación consumar su matrimonio en la primera noche ¿No? Tendrían mucho tiempo para hacerlo.
De seguro eso de la noche de bodas no era más que un mito, después de vivir lo que era preparar la ceremonia, estaba segura de que más de un matrimonio se dormía del cansancio en la primera noche sin hacer nada.
Estaba a punto de cerrar los ojos cuando la abrazaron por detrás.
- Pensé que estarías ocupado un tiempo más – dijo con timidez.
No se animaba a mirar su rostro con los pensamientos que acababa de tener.
- Te veías tan hermosa en tu vestido de novia que no podía evitar preguntarme cómo sería poder quitártelo yo mismo – su voz sonaba ronca contra su cuello.
- No sabía si esperarte o cambiarme, creí que sería mejor tomar un baño
- ¿Algún día te podrás un vestido de novia para mí? – fue un susurro que se quebró al final, Lily notaba que algo no estaba bien, pero estaba tan ansiosa que no podía pensar en otra cosa, aparte del aliento del hombre contra la piel de su nuca.
- Pablo, ¿De qué hablas? - sentía que el calor subía a sus mejillas - ¿Para quién más usaría ese vestido?
Él presionó su cadera contra la de ella y entonces llegaron los nervios, porque lo que fuera que pasara esa noche, serían todas sus primeras veces.
Pablo la respetaba tanto que nunca la beso siquiera y ahora besaba desde su hombro hasta el lóbulo de su oreja, saboreando cada centímetro de su piel expuesta.
Lily temblaba ante las sensaciones que su cuerpo descubría con tan solo eso.
Cuando no pudo reconocer la colonia de su esposo, se lamentó de no poder concentrarse en los detalles del hombre que amaba. Quizás había bebido mucho alcohol y por eso sentía que él era más grande que cuando se paraba a su lado.
Requirió de todo su coraje darse vuelta para enfrentar la mirada ferviente de aquel hombre.
¿Sería por la oscuridad de la habitación que su ojos se veían diferentes?
Estaba asombrada con la cercanía que sentía y que le mostraba más de este hombre que no se había atrevido a imaginar.
Pablo parecía más delgado bajo su traje, pero ahora que buscaba los botones de su camisa era como si sus hombros fueran el doble de anchos y pudo sentir la firmeza de su pecho.
No sabía que él entrenaba.
La piel del hombre ardía en cada parte que Lily tocaba, pero quería más que solo sentir el calor de sus palmas, quería sentir todo su cuerpo pegado a él.
Cuando sus labios se encontraron, la aprisionó debajo de él y se acomodó entre sus piernas con un solo movimiento.
Como si esa fuera su única oportunidad para poseerla, no estaba dispuesto a perder el tiempo con preámbulos.
Lily jamás se animó preguntarle si él tenía experiencia en esto, así que no sabía si la brusquedad con la que empujaba contra la cama era un error o no, y como siempre supo que la primera vez dolía, cerró los ojos y soportó su abrupta invasión.
Aguantó cada una de sus embestidas con lágrimas en los ojos, sin ningún reproche.
Jamás imaginó que todo aquello, era solo un chiste para Pablo.
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- ¿No deberías estar con tu esposa?
- ¿Debería? – murmuró contra el pecho de Samantha
- Pablo, ya lo hicimos una vez – sonreía – Creo que deberías guardar algo de energía para mi prima.
- No la nombres mientras estamos juntos.
- No es la primera vez que hablamos de ella mientras hacemos el amor.
- ¿Vas a hacer esto de nuevo? En serio me desmotiva que la llames así hoy.
- ¿Qué la llame "tu esposa"? ¿O mi prima? - gimió cuando Pablo pellizco uno de sus pezones - ¿Sientes culpa? ¿Ahora que te has casado me vas a dejar? – separaba sus piernas para que él se acomodara entre ellas.
- No siento nada por ella
- Siempre dijiste lo mismo, pero se casaron de todos modos.
- Igual que tú y mi hermano.
- No estamos casados – levantó las cejas mientras recorría con sus uñas la espalda de Pablo.
- Creí que ya había fecha para la boda.
- No me casaré con él, a diferencia de ti, yo no quiero ser infiel.
- ¿O no quieres casarte con él porque le temes?
- ¿Me acostaría contigo a sus espaldas si le tuviera miedo?
- Incluso yo le temo a veces
- Pietro no es más que humo, no puede hacer nada contra su familia.
- Mm – se hundió en ella – Eso es cierto, él no hace nada.
A Pablo le excitaba la comparación con su hermano mayor, por sobre todo porque su juego favorito era quitarle todo lo que pudiera.
- ¿No … crees… que ella te esté… esperando? – preguntó entre jadeos.
- ¿Quieres que me detenga para ir con ella?
La mujer cerró sus piernas alrededor de la cadera de Pablo.
- Cásate conmigo.
La mujer abrió los ojos, asombrada, al tiempo que gemía.
- Te acabas de casar
- Luego de que te cases con Pietro
- ¿Por… qué?
- Quítale todo lo de los Vermont, y yo te daré todo lo de la familia de tu prima.
- ¿Crees que… podremos…?
- Estoy seguro
- ¿Después de… que ella ... Cobre la herencia de mi tío… anularás ese matrimonio?
- No solo lo anularé, me quedaré con todo lo de la familia Loren y contigo.
- Pero… Lily… se dará cuenta
- Le preparé un regalo de bodas que la mantendrá entretenida.
Samantha abrió la boca, pero Pablo aumentó la fuerza de sus movimientos y no la dejó pronunciar nada más.
Después de haber tenido la respuesta que quería entre gemidos y jadeos, la dejo dormir y se paró delante de la ventana, mirando hacia el ala de la mansión en la que habían llevado a cabo la celebración de ese matrimonio, horas atrás.
Había calculado que Lily estaría en la ventana opuesta, a la misma altura.
Si los vidrios no fueran tintados, incluso podría ver cuando otro hombre arruinaba a esa mujer.
Solo la luna era testigo de la malicia que la sonrisa en su rostro revelaba.
Marcó un número en su teléfono y habló con el ánimo de quien ve que todo sigue sus planes.
-¿Cómo va todo?
- El hombre que contrató ya está en la habitación de su esposa, Señor, pudimos confirmar que lo que deberían hacer – trago saliva, incómodo – se está haciendo.
- Perfecto, no te olvides de sacarlo de allí antes de que los efectos de las drogas terminen, ella no tiene que reconocerlo o se alarmará y eso arruinara todo.
- Estamos listos para eso, Señor, lo moveremos en cuanto usted salga para que los tiempos coincidan.
- ¿El auto está listo?
- Sí, Señor, recuerde no hacer más de treinta kilómetros con ese auto, no se desvíe de la ruta programada.
- ¿Qué sucederá con el auto?
- Después de que cambien de vehículo, su auto explotará para simular el accidente. Los boletos para su vuelo con la Señorita Samantha estarán en la guantera con la nueva documentación para que puedan salir del país.
- Los papeles de Samantha no serán necesarios
- ¿No irá con usted, Señor?
- Aún la necesito aquí para que me ayude con algo más.
Mientras Pietro y Lily caminaban por la costa, con Paola y Paloma en brazos, Emma miraba a sus padres - Eva ¿Ya podemos amigarnos con papá?- Aún no, Emma – repetía Eva- Pero yo ya quiero decirle papá- Pues dile tú, yo no – se encogió de hombrosUn par de meses después- Eva, creo que el Señor Vermont de verdad se pone triste cuando le dices Pietro – comentó de manera casual el secretario Han mientras servía la merienda de Eva en la oficina en lo que Pietro terminaba su reunión- Eso es bueno- ¿Por qué es bueno que el Señor Vermont se ponga mal?- Porque se emocionará más cuando le diga papá –Eva puso los ojos en blanco- ¡¿Ya le vas llamar papá?! – preguntó el secretario, emocionado- No, todavía no necesito nada importanteAbriendo y cerrando la boca sin saber qué decirle, el secretario Han comprendió que esa niña había heredado de sus padres lo necesario para dejar sin palabras a cualquiera.“Será difícil para usted Señor” pensó saliendo de la oficina- ¿Sucede algo, Maximilian
Lily cerró con fuerza los ojos, medio dormida.Se giró en la cama, inquietaQuería seguir durmiendo, pero luego de cuatro meses de amamantar, se había acostumbrado a despertar cada tres horas.Estiró una pierna, pero no sintió nada a su lado. Se estiró un poco más.Se giró, curiosa¿Dónde estaba Pietro?Lo encontró al voltear, topándose contra su pecho descubierto.Al sentir la mano de Lily acariciar su torso, los abdominales de Pietro se tensaronNinguno de los dos necesitaba mucho para calentar sus cuerpos, bastaba con cruzar sus miradas para quedarse sin aliento y en aquella casa a metros de la playa, donde se animaron a entregarse el uno al otro, la ambigüedad envolvía cada uno de sus pensamientosPero desde que Paola y Paloma habían nacido, Pietro creía que su esposa estaba agotada de tanto dividirse entre cuatro niñas y la constructora, así que incluso luego de terminar el periodo que los doctores recomendaban de abstinencia tras el parto, no la había tocado de la manera que ell
Matthew entró con su bata celeste y guantes- Pietro, llévatela de aquí –le ordenó- ¿Qué…? – lo miró sin comprender- Está insoportable, tú la alteraste, tú te la llevas- ¡Recién llego! – reprochó Pietro- Exacto – soltó Matt – entró en trabajo de parto hace media hora, pero recién llegas, es lo peor que le puedes hacer a una mujer con contracciones- Lo siento – miró a Lily angustiado - creí que aún teníamos dos días hasta la fecha de la cirugía- Era lo ideal – intervino Matt – habíamos agendado una fecha para la cirugía, pero el parto se adelantó, y ella no puede tener más contracciones ni pujar, así que o te la llevas a otro hospital, o guardan la discusión para la próxima vezLilian respiró hondo- Hablaré contigo al salir – fulminó con la mirada a Pietro mientras una enfermera empujaba su camilla a la sala de operacionesClaro que Pietro no podía con su conciencia y la culpa, menos con la incertidumbre- Maximiliano – el secretario Han, que m
- Pietro, ¿qué puedes decirme sobre la conversación con Pablo? – Lorenzo le preguntó mientras manejaban a oscurasRestaban solo cinco minutos para llegar y el viaje había sido de más de una hora- Confirmen situación – pidió por su intercomunicadorLa voz mecánica del otro lado llegó rápido: - Tienen a todo el personal alineado en el cuarto de vigilancia- Está alterado – resumió Pietro- Pablo siempre fue calculador – estando tan cerca de atraparlo al fin, Lorenzo se preparaba para lo que fuera a suceder- Su madre es un detonante, perdió el control de sí mismo de inmediato - ¿Estás seguro de que logró captar tu mensaje?Insinuar que su madre estaba allí era una manera de ganar tiempo- Estoy seguro de que no saldrá de allí en toda la noche No la encontraría con facilidad, así que tenían tiempo de sobra para organizar sus movimientos.Aunque no estaba en sus planes que Pablo llegara allí, sí era cierto que pensaron exponer a Samantha para que él la buscara y ella pudiera irritarlo a
- Pietro – Lily lo llamó desde la terraza, ajustando su bataÉl no le temía a Pablo, pero la idea de que algo pudiera pasarle a su mujer o sus hijos, lo paralizaba.Lorenzo llamó la atención del hombre – ¿Ibas al psiquiátrico?- ¿Qué sucede? – insistió Lily- Es Pablo – respondió Pietro- Es hora – sentenció LorenzoQuizás, habría una manera de terminar con todo aquello sin exponer a Lily ni a sus hijas.El pálido Pietro miró a su esposa, en su interior, temblaba como una hoja.- No – aunque así fuera, necesitaba un poco de tiempo, solo una hora, para besar a su esposa y despedirse de sus hijas- ¡No hay otra manera! – insistió LorenzoClaro que lo sabía, pero si iba en ese momento al psiquiátrico, si saber cuánta gente tenía Pablo, con la inestabilidad que tendrían después de esa llamada, no había manera de prever si él mismo podría salir ileso.Pietro golpeó la puerta del auto que ni siquiera encendió, cerrando con un fuerte estruendo y se apresuró dentro, dejando a Lorenzo atrás.Lo
Pietro miraba a Lily que dormía recostada sobre su pecho.Era la primera noche que pasaba allí, siendo totalmente consciente de sus acciones.Eva y Emma no protestaron cuando les dijeron que Pietro se acomodaría en ese sector de la mansión y eso aún pinchaba en el centro de pecho.Estaban tan acostumbradas a sus idas y vueltas, que ya no preguntaban, no cuestionaban y simplemente, no querían saber más nada de ellos.Lily sostenía que, de a poco, podrían ir trabajando la relación entre ellos y aunque estaba algo ansioso, esperaría lo que fuera necesario.Era bueno en eso.Había esperado años para contemplar a Lily en sus brazos de esa manera, por supuesto que esperaría todo lo que sus hijas necesitaran.En el peor de los casos, llegarían a los treinta sin hablarle, pero a esa edad podría explicarles cosas que aún no.Lily se movió, deslizando su mano por todo su torso, haciéndolo estremecer.Al trabajar las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, estaba acostumbrado a
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